Azota 'narcoterror' frontera michoacana

(Material de EL UNIVERSAL+)MORELIA, Mich., enero 24 (EL UNIVERSAL).- Son las 7:00 de la mañana y la oscuridad de la madrugada en este poblado que colinda con Jalisco no deja que salga la luz. Dicen los lugareños que de unos años a la fecha los inviernos aquí son más largos y sombríos.Aun así, la gente ya anda en la calle y empieza a moverse. Es viernes, uno de los primeros días de enero de 2013.Aparentemente nada ha cambiado desde que a finales de diciembre pasado el terror visitó este lugar y asaltó a los pobladores, como en casi todos los municipios de Michoacán, donde la sangre ha corrido a granel.Aquel 22 y 23 de diciembre se escribió aquí un episodio sangriento más de la disputa entre cárteles, que cobró la vida de 13 personas -entre ellos cinco policías de este municipio- y desapareció de un zarpazo a otro joven agente local y a un muchacho de 16 años de edad.Todo hubiera quedado en una nota roja sino es que tras los crímenes la mitad de los policías locales, incluyendo al director, renunció, pues recibieron amenazas de muerte. El alcalde del lugar, José de Jesús Bautista Álvarez, decidió "sugerir" a la gente que se encerrará en sus casas apenas empiece a anochecer.Además, el edil exigió protección al gobierno federal recién llegado, el respaldo del Ejército y de la Policía Federal.- Demonios que se matan porque síCon los primeros rayos de sol, se instala poco a poco el carnicero, con su paila de olorosas carnitas; una madre deja a su hijo en el preescolar que está cerca de la presidencia municipal mientras una mujer prepara, como desde hace seis años, una vaporera con tamales en los portales que rodean el centro de este lugar.Las campanas repican suavemente en la iglesia del pueblo para llamar a la misa de ocho de la mañana y contrasta con la presencia de un comando de vigilancia de casi 40 elementos de la Policía Federal, el cual acompaña a los periodistas que hoy avisaron que trabajarían en el lugar.En las caras y ojos de estos hombres y mujeres de tez blanca y apiñonada ya no se refleja el miedo que los acompañó durante las tres últimas semanas, porque aseguran también que la presencia de "los federales" ahuyenta a los fantasmas que por las noches recorren a toda velocidad el pueblo en camionetas Ranger y Hummer, repletas de hombres armados hambrientos de sangre y plomo."Nosotros somos gente de bien, que no se mete con nadie. Quienes tienen problemas son los del otro lado (Jalisco), que llegan como demonios a matarse porque sí"...

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