Cronista de Guardia

(Uso exclusivo para medios impresos)Con Sansón a las patadasHomero BazánEL UNIVERSALEn las últimas décadas han ido desapareciendo frente a nuestros ojos las pequeñas fábricas capitalinas, aquellas que antaño se instalaban en un local de barrio y producían pequeñas cantidades de un producto, por lo general hoy monopolizado por las grandes empresas que se manejan dentro de los estándares económicos globales.A unos días de celebrar el Día de Muertos, me sorprendió encontrar la semana pasada a un par de micro empresarios dedicados a la manufactura de disfraces en un pequeño local, siguiendo las reglas antiguas, incluso en lo referente a su crédito inicial.Aquello me recordó los talleres al estilo de Pepe el Toro sorteaban las idas y venidas del oleaje económico con la modalidad de los créditos por parte del Estado para que, en teoría cualquier capitalino pudiera sumarse a la vida productiva con una pequeña empresa, fue así como los obrajes y talleres sostenidos con el esfuerzo de unos cuantos trabajadores comenzaron a proliferar. Desde tornillos o rondanas, hasta ropa, muebles, loza y artículos de fácil factura eran producidos en cantidades modestas por estas microempresas que aún con los embates de las crisis económicas, trataban de mirar el vaso medio lleno. Casi nunca se tomaba en cuenta que muchos de los créditos gubernamentales cubrían apenas 30% de los costos de inicio de operaciones de un taller promedio, y que sus dueños no recibían ganancias hasta meses o años después de talacharle sin descanso, a veces sólo para terminar en medio de una competencia desleal con una empresa extranjera que, al tener una infraestructura gigantesca, ofreciera el mismo producto a precio más bajo. En barrios y colonias como La Candelaria, Obrera, Hidalgo y Bondojito, los pequeños talleres se convertían en parte del paisaje urbano. Algunos por necesidad llevaban la talacha a las mismas aceras y no era raro que los infantes de la cuadra se congregaran alrededor de los maistros a mirar su actividad. Algunas maquinarias se convertían...

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