Mujeres que cabalgan con el diablo

(Embargada para sitios en internet hasta las 24:00 horas locales)María Teresa PriegoEscritoraEL UNIVERSAL"Sátiros y faunos se presentaron impúdicamente ante algunas mujeres y trataron de provocarlas y obtuvieron comercio sexual con ellas. Demonios que los galos denominan dusios, incesantemente intentan, y logran consumar esta actividad repugnante, lo que confirman tantos testigos dignos de crédito que negarlo resultaría insolente". Malleus Maleficarum o Martillo de los brujos, escrito entre 1485 y 1486 por Henrich Kramer y Jacobo Sprenger, monjes dominicos. La herramienta teórico/práctica que explicó, legalizó y sostuvo las persecuciones de la Inquisición. La caza de brujos. Sobre todo en femenino.Aquelarres. Promiscuidades. "Fornicios y cópulas". Siniestros imaginarios desfilan. Nada resulta tan obsceno como los términos con los cuales los doctores de la Iglesia luchan contra la obscenidad. Iluminados y sudorosos. La inventan. La combaten. Para reinventarla en esos cuerpos femeninos vendidos al peor postor. Con todo y alma. El Malleus es un texto clave en la historia de la misoginia institucionalizada. Sangrienta. Los hombres son menos susceptibles a las tentaciones del Mal. Está dicho. Adán cayó. Fue una víctima. Las mujeres traemos rudos antecedentes. Eva nos heredó "el estigma"."Cada mujer debería caminar como Eva, acongojada y arrepentida, por cada vestimenta de penitencia, pueda expiar lo que obtuvo de Eva, el estigma del primer pecado, y aborrecimiento (atado a ella como la causa) de la perdición humana. ¡Ustedes son la puerta del infierno!". Tertuliano. No estoy segura de haber elegido la peor cita. A ese primer "estigma" femenino, la Inquisición le sumó otro: el de aquellas que pactaron con el diablo. Llevadas por el ansia de poder y la lujuria desenfrenada. La envidia. La perversión inscrita en la "movilidad" uterina.La Inquisición combatía "la herejía". La definición se extendió con su trasfondo de persecución sexual y sexuada. "Los verdugos no dudaban en pinchar con enormes agujas la vagina, la garganta o los pies de las acusadas para encontrar en alguna parte de su cuerpo el Pactum diabolicum, la marca sexual del diablo. Tangir. Lo encontraban con pasmosa frecuencia. Casi imposible que las veleidosamente acusadas no resultaran culpables. Tras atroces torturas. Confesaban. Describían a Lucifer. Placeres vergonzantes. Hablaban en lenguas. Convulsiones. Como siglos después. Las histéricas de la Salpetriere. Toda inmensa...

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