¿Prescripción"

Rosario Ibarra(Dirigente del Comité ¡Eureka!)EL UNIVERSAL(Embargada para sitios de internet hasta las 24:00 horas locales)Desde hace muchos años, los familiares de los desaparecidos políticos mexicanos hemos luchado contra el llamado fuero de guerra. Solíamos pararnos por horas y más horas en la puerta principal del Campo Militar Número Uno, cargando mantas que decían: "Aquí dentro están nuestros hijos", y repartiendo volantes a las pocas personas que transitaban en las calles aledañas. En el escrito que distribuíamos, reclamábamos la injusticia de que eran víctimas nuestros familiares detenidos contra todo precepto legal, secuestrados por policías ilegales como los de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), o por soldados que los encerraban en lugares inexpugnables: la Base Naval de Icacos en Acapulco, el Campo Militar "La Joya" en Torreón y el fatídico Campo Militar Número Uno, en el Distrito Federal, con su tenebroso "túnel del radio" en un sótano oscuro, en celdas pequeñísimas en las que los encerrados no podían verse.El primer desaparecido, cuyo nombre y los de sus captores están en las listas de nuestro comité, fue detenido por militares, que pese a denuncias y reclamos, nunca fueron castigados y la víctima jamás se volvió a ver. Ese secuestro oficial, esa desaparición forzada, ese crimen de lesa humanidad, fue cometido por órdenes del entonces presidente de la República y, por lo tanto, comandante supremo de las Fuerzas Armadas, Gustavo Díaz Ordaz, en 1969. El nombre de la víctima es Epifanio Avilés Rojas, maestro, originario de Guerrero, y los de los militares, Antonio López Rivera (coronel) y Miguel Bracamontes (general).En 1970, al iniciarse el sexenio echeverrista, empezó lo que algunos llaman "la caza del hombre" en el estado de Guerrero, donde no había poblado que se escapara de las incursiones del Ejército, y las desapariciones eran el azote que mermó familias y dejó a los hogares sumidos en la impotencia y en la tristeza... y siguió la persecución en todo el país y las listas de desapariciones fueron creciendo. Los que eran llevados a juicio, después de sufrir las terribles torturas que sabían infligir los desalmados aprendices de Torquemada en su fatídico feudo de Circular de Morelia No. 8 (DFS), se consideraban...

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