Don't stop me now

Año Nuevo (o el deporte extremo de vivir)FJ Koloffon

EL UNIVERSALMi padre solía decir que los años impares serían buenos. Momentos antes de que comenzaran, o incluso recién inaugurados con las doce campanadas y sus respectivas uvas, brindaba: "Este año es impar, van a ver que será muy bueno". Pero luego de tres años impares consecutivos que no cumplieron sus expectativas, no volvió a repetirlo.

Para él, un año bueno radicaba en su economía y dependía de sus negocios, pues lo más importante en su vida era tener mucho dinero para complacernos, darnos gustos, lujos y llevarnos a conocer el mundo en primera. Cada quien tiene sus prioridades ?y son válidas y respetables cada una?, pero lo curioso es que basta con darles algunas vueltas para descubrir el otro lado de las cosas, donde casi las de todos coinciden y en donde lo principal son casi siempre los seres amados.

Lo que es verdad, por donde sea que se le mire, es que ni la numerología, ni los presidentes en turno o los calzones rojos tienen el poder para determinar nuestro año.

De hecho, si nos pusiéramos estrictos, el año nuevo no es nada, es un día más, es tiempo, y este, como tal y como decía Einstein, no existe, es un invento imaginario. Sin embargo, lejos de ser fechas para andar de rigurosos, estos son días para ponernos amables y conceder; deseos y, también, hipótesis extraordinarias y teorías fantasiosas.

La mía es que, efectivamente, el año es una colección de puras cosas invisibles, que no se llaman necesariamente minutos, horas o días, sino sentimientos. Los míos comenzaron esta vez un poco convulsos, porque uno de mis lectores más cercanos...

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