Don't stop me now

GuerreroFJ Koloffon

EL UNIVERSALHay veces en que es necesario, literalmente, correr de lo que pareciera perseguirnos, sobre todo si amenaza con dañarnos. Eso acabó haciendo un día Fabián Guerrero cuando se vio contra la pared amenazado por su propia sombra. Sin duda, todos tenemos un lado oscuro, lo sabe Pink Floyd e incluso la luna, porque la luna, por increíble que parezca, sí, tiene un lado oscuro; quién lo diría de ella.

A sus 20 años, Fabián no le tenía miedo a nada, ni siquiera a perderlo todo. Su barrio era bravo, sus amistades peligrosas y los vicios el pan de cada día, hasta que milagrosamente pudo distinguir el peligro y decidió que había llegado la hora de dar vuelta. A pesar de que entonces no corría tan rápido, huyó como los valientes.

Todavía no cumplía 30 años cuando comenzó a trabajar en turno completo en el Hospital Ángeles en el área de dietas. Su trabajo consistía en llevar a los enfermos su comida, repartía diariamente cientos de charolas con platos a los que nadie que esté en su sano juicio aplaude. Y fue ahí, en la habitación de algún paciente con diagnóstico reservado, donde la visión de Fabián cambió, al darse cuenta de lo que muchas veces desdeñamos: esto un día se acaba.

Apenas terminaba su jornada, este joven de 1.85 m. y piernas largas como de gacela, salía presuroso con una torta en la mochila hacia los campos de la Subestación, cerca de su casa por la Magdalena Contreras, donde daba algunas vueltas para acondicionarse para el futbol. Una tarde encontró ahí a su padre, quien gustaba de...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR