Acaba era del cuidado ostentoso al Ejecutivo

Misael Zavala

CIUDAD DE MÉXICO, diciembre 3 (EL UNIVERSAL).- Andrés Manuel López Obrador inauguró este domingo la etapa de la austeridad republicana. Lo hizo sin la ostentosidad que caracterizaba los traslados y desplazamientos de quienes antes que él ocuparon la titularidad del Ejecutivo federal.

Sin lujos ni grandes dispositivos de seguridad para cuidarle la espalda, así fue su segundo día al frente del país, pasó sin contratiempos.

Pasajeros, empleados de la aerolínea que lo trasladó, así como del propio aeropuerto lo descubren y la reacción es la misma: se acercan, le piden una foto. Lo abrazan, algo impensable con el Estado Mayor Presidencial.

Justamente, así se nota que quedó atrás la era del Estado Mayor y sus protocolos. Ahora lo resguardan tres mujeres y dos hombres de la llamada ayudantía, el grupo de personas, sin preparación policíaca, que serán su seguridad personal en su sexenio.

Muy semejante a lo que fue la administración del presidente de Uruguay, José Mujica, que viajaba en su vocho azul, López Obrador tampoco dejó su Jetta blanco.

En el segundo día de su mandato, a las 9:20 horas sale de su casa en Tlalpan a bordo de su automóvil de cuatro puertas. Sin escoltas, toma rumbo hacia Campo Marte para tener su primera reunión con las Fuerzas Armadas.

Precisamente, también recibe el primer parte informativo de la seguridad del país: "Nada extraordinario ni de qué preocuparse", señala.

Por la tarde, López Obrador hace trabajo de oficina por un par de horas en Palacio Nacional. Vuelve a subir a su automóvil Jetta que lo deja pasadas las 14:00 horas en la terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).

Daniel Assaf, encargado de la ayudantía, tres mujeres más y un hombre le escoltan mientras aquellos que ahora lo llaman señor Presidente, se arremolinan por una selfie, un saludo o felicitaciones.

Para el Jefe del Ejecutivo Federal tiempo hay de sobra. Se detiene un momento para decirle adiós a los que lo saludan. Habla del futbol y felicita a Los Pumas de la UNAM, además pregunta a algunos qué evento gustó más: si la investidura en el Congreso o la ceremonia indígena en el Zócalo capitalino. Eso sí, nada sobre política quiere responder ni meterse en el tema del aeropuerto en Texcoco.

"Se va, se va, se va a vender el avión presidencial", bromea el tabasqueño sentado como cualquier otro ciudadano en una sala de la terminal 2 del AICM mientras esperaba el llamado para abordar su vuelo.

López Obrador viaja ligero...

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