Agoniza la pesca en el Golfo de Tehuantepec

Alberto LópezJUCHITÁN, Oax., junio 24 (EL UNIVERSAL).- Las lagunas del Golfo de Tehuantepec están muriendo. Sin salida al oceáno, sus aguas se asfixian entre desechos y descargas residuales. Su agonía es compartida por 12 mil pescadores que realizan capturas de peces, camarones y jaibas en la superficie acuosa de 61 mil hectáreas que forman las lagunas Superior e Inferior. Algunos están organizados en cooperativas, otros son libres.

La mayoría usa lanchas y trasmallos (paños de redes superpuestos). Los menos son conocidos como "pescadores de a pie", que usan redes, pero no tienen equipos de motor. Todos están preocupados porque viven el peor momento para la pesca que recuerden. Dicen que en los últimos 15 años el volumen de captura no hace más que descender, en detrimento de una economía familiar que ya no soporta la agonía.

Los pescadores que realizan sus labores en estas lagunas pertenecen a distintos municipios del Istmo, como Unión Hidalgo, Santa María Xadani, San Pedro Huilotepec, Juchitán y los pueblos del Mar: San Dionisio y San Mateo. Esperanzados todos en la llegada de un programa de restauración que salve el complejo lagunar.

Anselmo López Villalobos, dirigente de la industria pesquera de alta mar y ribereña en Oaxaca, explica que, de acuerdo con diversas investigaciones, la muerte de las lagunas del Golfo de Tehuantepec y la caída de la producción pesquera es multifactorial. Se debe tanto al cierre de la boca barra que comunica a las lagunas con el Océano Pacífico, como a la elevada contaminación producida por las aguas negras que desembocan en el área.

A ello se suma la excesiva presencia de medusas depredadoras de huevecillos y larvas de toda la fauna marina, el sobreesfuerzo pesquero y el uso de redes prohibidas. Todo esto, en conjunto, ha firmado la sentencia para este ecosistema y para los que viven del mar.

Con las manos vacías

Juan Alberto Rojas Toledo es un joven pescador que vive en Playa Vicente, Juchitán. Llegó de San Dionisio del Mar, donde aprendió a convivir con el mar y la pesca. No oculta su desesperación porque a diferencia de hace 16 años, cuando inició, en los últimos días ha regresado de la captura de mariscos con la lancha vacía.

Martes 18 de junio. A las cuatro de la tarde, Juan Alberto cargó 60 litros de gasolina para la lancha, por lo que pagó 700 pesos, y partió al mar junto al motorista que es su patrón. Regresó decepcionado y molesto a las siete de la mañana del día siguiente. No capturó ni un sólo kilo...

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