Las alianzas no garantizan gobiernos de coalición

(9 del tercer presupuesto; embargada para sitios en internet hasta las 4:00 horas locales)Ignacio Alvarado MÉXICO, D.F., noviembre 19 (EL UNIVERSAL).- Las condiciones estaban dadas para que David Ojeda Ochoa fuera designado candidato del PRI a la alcaldía de Ensenada en 1983. No sólo había sido el primer presidente de ese municipio, 27 años atrás, sino que era un político mucho más popular que Jorge Swain, entonces director de Obras Públicas, quien terminaría siendo el elegido. Ojeda renunció al partido llevándose con él a buena parte de la militancia y vencería en las urnas a Swain, habilitado por el Partido Socialista de los Trabajadores.En torno a su campaña, sin embargo, se sumaron otros grupos que no alcanzaban siquiera registro como partido, como los Maoístas y Trotskistas.Aquella suma extraordinaria de intereses políticos terminaría con una sucesión de alcaldes priístas. Tres años después, en 1986, el panista Ernesto Ruffo Appel sucedería a Ojeda en el cargo, y tomaría Ensenada como plataforma para alcanzar la gubernatura, primera en manos de la oposición. Pero sobre todo, dice el politólogo de la Universidad Autónoma de Baja California, Fernando González, la fórmula encabezada por Ojeda sería el embrión de futuras coaliciones, cuyo propósito hasta hoy ha sido uno solo: derrocar al partido en el poder, sin importar la perversión de principios ideológicos.A lo largo de tres décadas, el problema ha sido el mismo, señala González. A la par que se socavan idearios políticos, en la práctica se imposibilita un gobierno compartido o por lo menos de amplia agenda social, tal y como correspondería a un juego de alianzas."Si buscamos un ejemplo reciente, podemos tomar el de Malova (Mario López Valdez) que era priísta y que terminó nombrando secretarios de su gobierno a puros priístas, excluyendo a miembros del PAN y de los otros partidos políticos por los cuales obtuvo el triunfo. Pasó también en Baja California Sur y en Baja California Norte. Lo cierto es que las coaliciones son perversas, porque no contemplan proyectos en beneficio de la ciudadanía, sino que a final son una forma de corrupción de las elites políticas para mantenerse en posesión de la nómina oficial", afirma el experto.Malova siguió los mismos pasos que Ojeda en 1983. Fue electo senador de la República por el PRI en 2006, pero renunció a su militancia cuatro años más tarde, cuando le fue negada la candidatura al gobierno de Sinaloa. El PAN terminó postulándolo en alianza con el PRD, PT y...

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