Elección del alma

MÉXICO, D.F., mayo 8 (EL UNIVERSAL).- El pasado fin de semana nuestra familia vivió una crisis. Uno de sus miembros estuvo en el hospital y recibimos un diagnóstico poco alentador.

Nos enteramos que padece una enfermedad crónico-degenerativa y que, si la libraba, necesitaría muchos cuidados y un tratamiento de por vida. Lloramos, nos abrazamos, actuamos, pero también teníamos que seguir.

Al mismo tiempo, me reencontré con muchos amigos que llamaron y nos visitaron tras enterarse de la situación.

Con esas charlas, sentirnos en una situación que nos puso a prueba como familia, fue inevitable reflexionar en torno a lo que significa ser no sólo la madre, sino la única jefa y total responsable de mis dos hijos humanos y mis dos hijas caninas.

Sí, así es. Yo no tengo sólo dos hijos, tengo cuatro. Bueno, en mi casa tengo cuatro, pero mi corazón está dividido en cinco cavidades, pues durante más de tres años también fui la madre adoptiva.

Soy feminista y, por lo tanto, no creo que ser madre me defina como mujer, pero sin duda, al haber sido un camino elegido con plena convicción, sí me define como persona.

Desde que era muy joven supe que quería tener hijos. Y no sólo eso, también tenía la certeza de que deseaba que fueran varones, para educarlos con valores feministas y regalarle al mundo hombres más igualitarios. Al menos pensaba en tener uno, y lo hice. Mi primer hijo fue planeado y totalmente deseado. Nació cuando yo tenía 23 años, y su padre tenía 41.

- UNA VIRTUD

Decidir tener un hijo con el hombre que amas es el sueño de muchas, pero que el hombre que amas tenga 18 años más que tú implica responsabilidades.

Tuve que ser madre muy joven, pues yo sabía que ese era el padre que quería para mi hijo; yo tenía tiempo, pero él no.

Así fue que hicimos un pacto en el que nos embarazaríamos pronto, pero para que yo pudiera continuar con mi carrera y mis planes, si en algún momento la vida nos llevaba por caminos distintos, él se haría cargo del pequeño.

Así fue, tras el divorcio, el padre de mi hijo se hizo cargo de la custodia y yo durante años viví atrapada entre mis convicciones, mis sueños y las culpas que conlleva el ser una mujer que quiere romper esquemas, pero que le tocó vivir en la etapa de transición entre el ser mujer tradicional y el ser mujer transgresora.

Mi segundo hijo no estuvo en mi vientre. Lo conocí antes que a su padre, en la escuela de mi primogénito.

Nos enamoramos a...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR