Más que amigos: Caballos ayudan a niños maltratados

Édgar Ávila

PUEBLA, Pue., julio 15 (EL UNIVERSAL).- El enorme caballo alazán se mantiene quieto, inmóvil mientras el pequeño niño se le acerca con pasitos lentos, pero seguros. De tan sólo siete años de edad, el pequeño llega hasta el animal, y con completa naturalidad, toca sus patas delanteras y es entonces cuando sonríe.

La diferencia de peso y el tamaño entre ambos es abismal, pero los dos están complementados y juntos.

La bestia, si se le puede llamar así a un ejemplar de tal tranquilidad, se llama “Mike” y el niño Moisés, éste último con un pasado de abusos que le impedía tener contacto con cualquier humano, sobre todo hombre, pero que al lado de su amigo equino halló un remanso para tranquilizar sus tormentos.

El pequeñín llegó a una casa asistencial del gobierno de Puebla completamente destruido, abatido, molido… nadie podía tocarlo, nadie podía mirarlo, nadie podía abrazarlo, nadie podía amarlo; su propio cuerpo se resistía por los días negros vividos y que sólo su corta memoria sabía y guardaba en el rincón más oscuro.

Desde aquel noviembre de 2013, cuando el Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia (SEDIF) abrió el Centro de Equinoterapia, su vida dio un vuelco y hoy sonríe, se acerca a extraños y a todos llama “papá”. El pequeño es curioso; quiere ver fotos y videos en las tabletas… aún le cuesta pronunciar claramente, pero ya habla.

Al lado de “Mike” se volvió feliz; y el ejemplar es feliz ayudándolo, el equino no necesita hablar para que se le note tranquilo, satisfecho con su trabajo. Es temperamental, pero responde inmediatamente, tiene más reacciones.

“La mayoría de niños venía en situación de abandono, la mayoría violentados, con un poco de agresión y lastimados y tratamos de reestructurar esa parte sicológica de los chicos”, explica la Coordinadora del Centro de Equinoterapia del DIF estatal, María Susana Herrada Reyes.

Con “Mike” de cuatro años de edad y “Hansel” de 18, el Centro realiza 250 terapias al mes para niños de los Centros de Asistencia para menores bajo custodia del SEDIF.

“Los niños venían agresivos, irritables, no tenían control de esfínteres, les costaba dormir, ahora vienen muy amenos, a gusto, aunque al principio los intimida las dimensiones del caballo, con el trabajo diario y actividades, vienen con buena vibra, acatan indicaciones, son independientes, comen solos, controlan sus esfínteres y tienen más actividades”, explica feliz la también terapeuta.

Con el calor del cuerpo de los...

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