Banville, un caso de personalidad múltiple

Jerónimo Andreu, corresponsalMADRID, España, diciembre 6 (EL UNIVERSAL).- John Banville bebe vino blanco mirando la Gran Vía por la ventana de un bar. El escritor irlandés (Wexford, 1945), referente de la literatura en lengua inglesa, pasó una noche en Madrid de camino a una serie de conferencias por España hace unos días.

Durante ese breve tránsito recibe a EL UNIVERSAL. Sus editores en español, Alfaguara, proponen que la conversación sea sobre "Regreso a Birchwood", una obra de juventud (escrita en 1973) que se publica por primera vez en español. Sin embargo, Banville tuerce el gesto cuando se le menciona la novela.

"Dios mío, Birchwood. No me atrevería a releerlo. Sólo puedo decir sobre ella que es la obra de un joven presuntuoso. Creo que empieza con una broma sobre una cita de Descartes. Hay que ser pretencioso", contesta con la ironía que mantiene durante toda la entrevista.

Pese a esta presentación de su autor, la obra posee interés para los seguidores de Banville. "La verdad es que fue ahí donde empecé a encontrar mi voz", reconoce tras un amable forcejeo.

Se trata de una de las tres novelas de su primera etapa, las llamadas "obras irlandesas" y muestra muchas de las claves del Banville de madurez: el preciosismo estilístico, el erotismo, el humor negro, la preocupación por la decadencia y la inasibilidad de la personalidad... "Luego no quise hacer otra novela irlandesa, me volví muy vigoroso y comencé con ese ciclo tan bien planeado de falsas biografías de científicos: Copérnico, Kepler y Newton. Hasta que vino un cambio radical en mi vida y volví a un trabajo más parecido al de Birchwood, una literatura de sueños, basándome de nuevo en mi imaginación", dice el autor, vestido con un traje de tres piezas y un pañuelo rojo.

Los libros de ese último ciclo son los que le han dado reconocimiento literario: "El mar" (premio Man Booker en 2005), "Los infinitos", "Antigua luz... Y junto a ellos", apoyándose en su seudónimo Benjamin Black, ha ido publicando la serie de novelas negras que le han dado éxito comercial.

"Siempre he tenido un trabajo complementario a la literatura. Eso me daba libertad para escribir lo que realmente me apetecía. Durante 35 años fui editor en periódicos. Y cuando me despidieron decidí que necesitaba encontrar otro trabajo, así que empecé con las novelas de Benjamin Black. Pero podría haber seguido en un diario, y sería feliz", cuenta con su característico desapego.

La siguiente pregunta se vuelve inevitable...

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