Cerraron documentos porque algo temían: Carlos Ruiz Abreu

Pedro Villa y Caña

CIUDAD DE MÉXICO, marzo 14 (EL UNIVERSAL).- Estaba al final de la galería cinco, en una esquina escondida en la que nueve hombres resguardaban los documentos que detallaban el espionaje del Estado mexicano, expedientes a los que sólo ellos podían acceder. Era una parte del Palacio Negro de Lecumberri que estaba bajo vigilancia. No dejaban pasar a nadie más, ni al propio encargado de este recinto, recuerda Carlos Ruiz Abreu, director general del Archivo General de la Nación (AGN).

"Era una parte reservada, una puerta cerrada de la que sólo ellos tenían llave. Ni el director ni nadie del AGN tenía acceso", señala.

En entrevista con EL UNIVERSAL, Ruiz Abreu comenta que estos archivos estaban cerrados por los gobiernos anteriores porque "algo han de temer. Ellos saben que no hicieron algo constitucionalmente aceptable".

En la sede del expenal construido en 1900, el titular del AGN asegura que al darse cuenta de la situación, informó de inmediato a Olga Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación, y a otras autoridades para señalarles que "no podía permitirse tal situación".

Aseguró que se desconoce el número de documentos que hay en ese archivo, debido a que no estaba completamente ordenado, pero garantizó que cuando este fondo esté listo, la sociedad mexicana podrá conocer todos los documentos de vigilancia y espionaje del Estado mexicano.

¿Cómo encontró el AGN?

? Lo encontré con una infraestructura de primer mundo para resguardar la documentación con los estándares internacionales y con una legislación buena, que es la Ley General de Archivos. Además, desde el 1 de enero de este año, nosotros ya no somos sectorizados a Gobernación, sino descentralizados, lo que nos permite mayor libertad de acción y de relaciones con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) para cuestiones financieras.

Sin embargo, en cuanto al archivo, sí encontramos muchos problemas: tenemos completa carencia de descripción de los documentos, de los expedientes, de catalogación; un rezago infinito de miles de solicitudes para las bajas documentales. Tampoco tenemos personal: sólo hay una persona en cada uno de los laboratorios. Es un retraso muy grande.

Pero como historiador e investigador que he sido durante décadas, lo más importante fue encontrarme con un archivo prácticamente cerrado. Hay un promedio, en los últimos años, de 20 a 30 investigadores diarios que vienen al AGN. Eso no puede ser. En otras épocas había un promedio de 100 a 200...

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