Chivas, sin hambre de campeón, queda fuera

GUADALAJARA, Jal., mayo 25 (EL UNIVERSAL).- Cada tragedia necesita un villano. La afición encuentra uno, el que ve en el campo: Giovani Hernández, abucheado hasta el cansancio. Pero en el juego de estrategia, en el que se consideran elementos como el reglamento e intención de juego, aparece otro: José Manuel de la Torre. Chivas se ha parado con un planteamiento pusilánime y el costo ha sido la eliminación en semifinales, tras caer en casa por 3-0 frente a Santos Laguna.

Estrepitoso. Fatídico. Trágico. Así ha sido el desenlace de torneo para el Rebaño Sagrado. El título 12 tendrá que esperar. La tarde de este domingo no ha sido la de un equipo digno de esa aspiración. El cuadro rojiblanco procura cuidar el 0-0 que le daba el boleto a la final, tras un idéntico marcador en la ida. Quiere jugar con la obligación del rival. Pretende avanzar con lo mínimo. Olvida algo clave: para ser campeón, hay que tener hambre de campeón.

Santos no desespera. Todo lo contrario. Ha entrado a la Liguilla prácticamente de “panzazo”, pero muestra toda la inteligencia que le falta a Chivas. Israel Castro se equivoca en medio campo. La defensa rojiblanca queda mal parada. Néstor Calderón encuentra el hueco a la espalda de Carlos Salcedo.

Jair Pereira aprieta con una barrida, pero no llega a tiempo. Calderón simplemente toca al centro. Djaniny Tavares, como delantero matón, está en el lugar adecuado a la hora exacta. Simplemente empuja la redonda a las redes. Gol de los visitantes, al 37’. Enmudece el estadio Omnilife.

Ahora, el reglamento juega en contra. Para avanzar, Guadalajara necesita dos goles. El empate ya no le sirve. Es ganar o morir. Sólo entonces, los rojiblancos intentan algo. Marco Fabián cobra un tiro libre que supera a la barrera, pero Agustín Marchesín desvía a tiro de esquina.

Y en el cobro desde el banderín, Carlos Salcedo gana por arriba. El cabezazo es sólido. Pero sobre la línea, el arquero lagunero, a una mano, hace una atajada espectacular. Era la oportunidad de volver al encuentro. El golpe anímico de no conseguir la igualada es tan fuerte, que desde ese mismo instante Chivas se convierte en un cadáver que se mueve por inercia.

Para la segunda parte, la afición que casi ha llenado el inmueble, encuentra su villano: Giovani Hernández, una sombra tanto en la...

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