Ciencia para recuperar el paisaje marino

(Material transmitido por el Servicio Sindicado el pasado 14 de junio)Berenice Gonzalez DurandCIUDAD DE MÉXICO, junio 22 (EL UNIVERSAL).- Alguien la abandonó a su suerte. Después de ayudar a pintar la piel de dorado, la botella vacía de bronceador fue dejada sobre un camastro a la orilla de la playa. La brisa marina hizo de las suyas y la hizo rodar por la arena hasta fácilmente introducirla en el mar después de un leve empujón. El vaivén de las corrientes la depositó en un universo alterno, uno donde el plástico se vuelve más poderoso que en tierra firme.

Una vez que los objetos de plástico llegan al océano pueden tardar cientos de años en degradarse. El tiempo exacto depende del material y de las condiciones ambientales a las que se expone, como la radiación UV procedente del Sol y el oxígeno. El oleaje también forma parte del proceso mediante el cual un objeto se multiplica en trozos cada vez más pequeños, los denominados microplásticos.

La degradación se vuelve más lenta cuando estas partículas quedan cubiertas por material marino. Viajan en las columnas de agua, "anidan" en la materia orgánica e inorgánica y su poderío se multiplica: la botella abandonada se reproduce así en numerosos fragmentos que coquetean con la inmortalidad.

Menú plástico y ciencia ciudadana

Según datos de Greenpeace, alrededor de 700 especies de organismos marinos son afectados por este tipo de contaminación. Más de un millón de aves y más de 100 mil mamíferos marinos mueren anualmente como consecuencia de los plásticos que llegan al mar.

Si bien es cierto que no todo es culpa del olvidadizo turista que no se responsabilizó de su basura en su paseo por la playa, pues cualquier sistema de drenaje de aguas en zonas urbanas puede transportar hasta los océanos los residuos abandonados, la realidad es que las concentraciones más altas de microplásticos se encuentran en las áreas litorales, especialmente en aquellas con poblaciones costeras que tienen sistemas de gestión de residuos inadecuados y zonas de elevado turismo.

En nuestro país existen numerosos ejemplos de infraestructura turística mal planeada o rebasada que actúa en detrimento directo de los ecosistemas marinos, pero probablemente el caso más alarmante detectado en los últimos años sea el de Isla Holbox, el pequeño paraíso situado al norte de la Península de Yucatán que ha sido rebasado por la demanda turística, colapsando los sistemas de liberación de desechos e incluso el suministro de agua.

Todo acaba...

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