Conversaciones con Juan Rulfo

Fernando BenítezCIUDAD DE MÉXICO, mayo 16 (EL UNIVERSAL).-Algunos de los mejores momentos de esos doce años los he pasado charlando col él después de la media noche y muchas veces me he preguntado si verdaderamente lo conozco. Siempre deja una sensación de tristeza, de lejanía, de que está en otra parte a pesar de que habla con una naturalidad absoluta, empleando el lenguaje refinado y popular de sus personajes, un lenguaje que él mismo se ha inventado y que no encontré nunca en ningún otro escritor.

Yo he vivido siempre entre libros y conozco mi país y su historia, pero estando con él siento que me lleva de la mano y recorro caminos no explorados. Me habla de un cronista del XVI desconocido para mí que aporta un dato precioso, de un prólogo que ilustra la vida de un autor, de una antigua edición facsimilar inencontrable, aclara un enigma o me presta el libro necesario. Otras veces me habla de libreros, o de pueblos, o de cuatreros y galleros, de cómo bajó el cráter del Popocatépetl o iba a mi biblioteca y ponía frente a mis ojos el volumen que yo había buscado inútilmente durante una semana. Para Rulfo no tiene secretos ni el país ni la historia. De ser rico hubiera sido un García Icazbalceta o un Porrúa o un historiador o un campeón de alpinismo o un gran mecenas erudito, o todo eso junto, pero sólo contaba con su prodigiosa imaginación y fue, y lo será siempre, un novelista.

Una noche antes de mudarme de casa, hablamos un poco de su vida, de sus libros, de sus gustos, es decir de los temas que elude tratar públicamente y que en cierto modo comprendían algunas de nuestras conversaciones.

?Cuéntame algo de las gentes de tu provincia? le dije iniciando la plática.

?Bueno, ¿te acuerdas de la vez que pasamos por Zapotlán y traje un pan que ya no comemos en México? Pues ese pan me lo dieron las hermanas de Arreola. Ellas lo hacen, ellas hacen los mejores dulces y compotas de Jalisco y de eso se mantienen. A los Arreola les llaman los Chiripos porque parece que todo lo hacen de chiripa. Ninguno terminó siquiera la primaria. Su hermano Librado es inventor. Sin que nadie lo haya enseñado, es capaz de abrir las más complicadas cajas fuertes, o de armar viejos coches inservibles. Librado, cuando está en su casa y llaman muchas veces a la puerta se asoma por una ventana y dice: ?¿Qué no ven que está cerrado? Esto quiere decir que yo no estoy y como no estoy es inútil que llamen?. Juan José era el recitador del pueblo. Recitaba a Ramón López Velarde...

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