El Covid-19 exihibe carencias en atención mental en AL

José Meléndez, corresponsalSAN JOSÉ, Costa Rica, mayo 12 (EL UNIVERSAL).- El ataque de coronavirus golpeó la salud mental de los pueblos de América Latina y el Caribe, con una avalancha de conflictos individuales, familiares, comunales y laborales que se reflejaron en reacciones de perplejidad, negación, fatalismo, incertidumbre, estrés, soledad, desprotección, ansiedad, miedo y agresividad.

El Covid-19 se movilizó como carambola a tres bandas: también dañó la sanidad física y la situación socioeconómica de latinoamericanos y caribeños, tras confirmarse el primer caso en febrero en Brasil.

"Ninguna sociedad estaba preparada para afrontar la pandemia", afirmó el argentino Mario Dupont, sicólogo y sicoanalista de la Dirección General de Salud del gobierno de la ciudad de Buenos Aires.

La crisis sanitaria "viene a ponernos de frente y a la vista nuestra propia finitud, [porque] estamos en un momento de desvalimiento sicosocial absoluto", aseveró Dupont a EL UNIVERSAL.

"La interrupción de la cotidianidad de un trabajo o de otras cosas en algunas personas lo que generó fue reconectarse con duelos postergados o con aspectos subjetivos que tenían desestimados, que habían quedado tapados por un ritmo habitual y que volvieron a aparecer en esta instancia", agregó.

Con el desastre por la actual crisis sanitaria "en el momento agudo no podemos hablar de trastornos mentales, sino de reacciones esperables. Para evitar que se instale una patología crónica es fundamental el abordaje en salud mental y apoyo sicosocial", planteó.

A juicio del hondureño Juan Carlos Munguía, siquiatra, médico general y profesor de la Facultad de Ciencias Médicas de la (estatal) Universidad Nacional Autónoma de Honduras, la pandemia provocó cuatro respuestas en las personas.

"La cuarentena rompe la rutina, nos cambia la dinámica. El ser humano se resiste al cambio y, sin saber qué hacer, entra en perplejidad y luego en negación.

"Muchos decían: ?A mí no me va a dar?. Otros, ya con problemas [de salud], tenían miedo a contaminarse y empezaron con medidas extremas de bioseguridad: miedo de salir de sus casas y de contacto social", explicó el sicólogo.

"Después se entra al fatalismo, [se piensa:] ?¡Nos vamos a morir!?. Miedo extremo, temor y terror. La cuarta etapa es incertidumbre, y el estrés se pudo instalar en cualquiera de los momentos de perplejidad, negación, fatalismo o incertidumbre", expuso Munguía en un programa digital de la Policía Nacional de Honduras.

"Cuando...

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