Cronista de guardia

(Embargada para sitios en internet hasta las 24 horas locales)Baños de vapor: aduanas de vuelta al mundoHéctor de MauleónEL UNIVERSALEn la ciudad de México, el baño de vapor fue, durante siglos, la puerta en la que comenzaban los domingos. Una crónica de Ricardo Cortés Tamayo, firmada en el apartado 1974, reconstruye los olores, las voces, el latido cotidiano de aquellos establecimientos: paredes de azulejo, mesa de masajes, toallas y sábanas percudidas, brillantinas, lociones, hojitas de rasurar: todo lo que requería el sobreviviente de una noche de onomástico.He leído por ahí que la tradición del "vaporazo" comienza a extinguirse. De mil 500 baños públicos a principios de los ochenta, no quedan sino unos 200, la mayor parte consagrados como centros de ligue y acción de la comunidad homosexual.-Una restregadita con sal, por favor- dice Cortés Tamayo que se pedía al masajista, mientras en los pasillos sonaban estos gritos:-¡Ropa para el 9! ¡Jabón y zacate para el 12!En el siglo XVIII, en las caballerizas del Convento de San Camilo, hoy Regina 97 (una casa que el gobierno de Marcelo Ebrard echó por tierra sin más, a fin de abrir espacio a las clientelas de vendedores ambulantes), se instalaron los baños públicos más antiguos de la urbe.En ese sitio, los padres camilos acondicionaron dos estanques de agua fría que servían tanto para el baño de personas como para el lavado de cabalgaduras. No debieron acumular grandes fortunas porque en ese tiempo, si bien les iba, el aseo era concebido como una obligación trimestral.La historiadora Mónica Verdugo afirma que en 1856 existían en la ciudad dos clases de baños públicos: los destinados a las personas "decentes", en las calles de San Agustín, Vergara, Coliseo y Betlemitas, y los encaminados al uso del pueblo: Delicias, Jordán, Pescaditos, San Camilo, Perpetua y Puente Quebrado.Una guía de 1901 recomendaba a los bañistas no perder de vista las prendas de vestir porque, muchas veces, "la desaparición de algunos clientes coincide con la pérdida del vestuario de muchos otros".En una ciudad en la que, para obtener un jarro de agua, había que caminar hasta la fuente más cercana, el sistema de baños públicos ofreció a los habitantes una opción cómoda, rápida, barata.En 1850, el empresario italiano Sebastián Pane introdujo en México la técnica de perforación de pozos artesianos. No tardó en enriquecerse: en 1854, Pane había perforado 24 pozos para riego, y 120 para el servicio de casas particulares. Por...

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