Cuarta Transformación sepulta al viejo ritual

Juan Arvizu

CIUDAD DE MÉXICO, diciembre 2 (EL UNIVERSAL).- Andrés Manuel López Obrador camina entre apretones en un tumulto de legisladores; de lejos se adivina que allí va, por su cabellera cana y porque decenas de teléfonos celulares apuntan hacia él.

Así, demuele el uso, a la medida de la presidencia imperial, del pasillo central del salón de sesiones de la Cámara de Diputados, que ya era arqueología política desde principios de este siglo.

Transforma el salón de sesiones de San Lázaro en plaza pública. Camina ante el Congreso de la Unión, gobernadores, invitados de aquí y del mundo, cientos de integrantes de una clase política plural, del sector privado, la academia, la diplomacia, que entran a San Lázaro y caen en otra dimensión: no hay vallas ni encargados del orden, ni guías que señalen por dónde llegar al lugar asignado.

En cada paso está el sello del Presidente. Ha llegado en el mismo Jetta blanco que usó para al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación por su constancia de mayoría, y para trasladarse a la casa de transición que estuvo colmada de decisiones.

Las huestes presidenciales, los diputados y senadores de Morena, que eran un huracán el 1 de septiembre, en la instalación de la 64 Legislatura, esta vez se moderan. Declaman su credo político: "¡Es un honor estar con Obrador!", como para dejar constancia de que allí están. Será cuando vaya de salida entre curules, con la banda presidencial puesta, esta sí de seda e hilo de oro, sostenida por 30 millones de votos, que el senador Víctor Manuel Castro pregona el paso del líder de su generación: "¡Viva el presidente López Obrador! ¡Viva México! ¡Viva Morena!".

Justo antes ha concluido la etapa de Enrique Peña Nieto, quien entró por ese pasillo central, protegido por priístas que no son suficientes para poblar ese caminito cuyo dominio perdieron en julio. Ni en 1997, 2000 y 2006 fueron tan poca cosa como ahora.

El diputado Gerardo Fernández Noroña forma parte de la comisión que recibe y acompaña a Peña Nieto.

El lugar está lleno, pero ya no hay público para tributar una de esas ovaciones con aplausos que fueron culto a la personalidad presidencial.

La diputada Dulce María Sauri (PRI) y la senadora Verónica Camino Farjat (PVEM), yucatecas, junto con más priístas rodean a Peña Nieto, en lo que llega el presidente López Obrador.

En los palcos, reyes, presidentes, príncipes, líderes como Cuauhtémoc Cárdenas, y el laborista británico Jeremy Corbyn, quien fue eslabón entre...

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