La derrota más dulce de Santos

Daniel Blumrosen Juárez, enviadoQUERÉTARO, Qro., junio 1 (EL UNIVERSAL).- Fue hasta el silbatazo final del árbitro Francisco Chacón cuando el ritmo cardiaco de Pedro Caixinha se normalizó. Sí, en el clímax de su carrera futbolística en México, el director técnico portugués del Santos Laguna encontró la paz que extravió durante los 90 minutos que le costaron salud y sudor, mucho sudor.

Es por eso que se secó la frente mientras sus auxiliares se fundían con él en el abrazo de la gloria, ése que pareció simple utopía durante los terroríficos primeros 45 minutos sobre el campo del estadio Corregidora.

El lusitano lo hizo, no sin antes sufrir demasiado. Se tomó el estómago varias veces. No podía ser distinto. Su equipo estuvo plagado de impostores en el tercer cuarto de la serie por el título.

Suficiente para hurtarle el aliento y abrigar la esperanza de un pueblo que se ilusionó con la proeza... Hasta que el reloj salvó al nuevo campeón del futbol mexicano.

Fue la derrota más dulce. El 0-3 que reflejaron las vetustas pizarras electrónicas del inmueble quedará como simple anécdota y el recuerdo de un gran susto, pero la ventaja obtenida en La Comarca Lagunera bastó para lograr el quinto título de Liga en la historia de la institución.

El Querétaro se quedó a dos anotaciones de la hazaña (3-5 global), aunque los últimos minutos fueron mero trámite. En teoría, así debieron ser todos, mas se combinó el hambre de los Gallos Blancos, la pericia de Víctor Manuel Vucetich y la apatía de un grupo de jugadores que caminó al borde de la cornisa.

Instinto masoquista que desconcertó a su iracundo entrenador, quien ya no tuvo voz durante la celebración. La dosis final fue ocupada en el entretiempo, con los regaños que bastaron para dar calma a los hoy monarcas.

No hubo milagro, aunque sí mucho drama, cortesía de Mario Osuna, Yasser Corona y Ángel Sepúlveda, ese chico al que el “Rey Midas” prefirió por encima de Ronaldinho.

El astro brasileño jugó la última media hora. Aportó poco y nada. Gris final a una aventura que dejará más en el ámbito anecdótico y comercial que en el deportivo. Aún le resta un año de contrato con los Gallos Blancos, pero todo indica que se marchará. Si es así, será la primera vez que se marche de un club sin dar la vuelta olímpica.

Por eso suspiró mientras los Guerreros levantaron un trofeo ganado en Torreón. Lo de anoche fue demasiado temerario, bochornosocopyright de una Liga en la que cualquiera le gana a cualquiera en el momento...

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