Diabólica y Tiffany defienden pasión por la lucha libre

Gabriel Cruz

CIUDAD DE MÉXICO, mayo 10 (EL UNIVERSAL).- Hace tiempo que la vida las reunió para no separarlas. Su primer vínculo fue el de madre e hija, pero la lucha libre las reclutó tiempo después como parte de sus súbditas. Hoy caminan juntas; una, Tiffany, rompiendo esquemas sobre el ring; la otra, la Diabólica, su inspiración, mirándola desde las gradas como testigo de sus hazañas.

Aliada a su madre, Tiffany luce segura, como la niña que la acompañó muchas tardes de lucha libre a la Arena Coliseo de Monterrey. Ahora son una mancuerna inseparable, cómplices que se cuidan y acompañan tomadas de la mano. "Como mujer y mamá sacrificas muchas cosas. Cuando tuve a mi hijo me cambió el panorama. Lo deseaba pero la lucha libre era mi vida, pensaba que si me salía la gente me iba a olvidar".

La madurez la aterrizó tiempo después y emprendió la aventura de la maternidad. Aunque solo se alejó ocho meses de los encordados, le faltaba algo a sus días. "No era fácil. Viajaba mucho y dejaba a mi pequeño. Ahora, a sus once años me reclama que nunca estoy, que me quiere más tiempo en casa. Igual que yo a su edad, con mi madre".

Xochitl no entendía tampoco por qué su madre y padre se ausentaban, sabía que luchaban, pero no aceptaba tenerlos lejos. Aunque en cada cita con el pancracio se enamoró un poco más de ese mundo mágico, del que intentaron alejarla. "Me dejaron de llevar porque se dieron cuenta de que me gustaba mucho. Tampoco apoyo el deseo de mi hijo de ser luchador, prefiero que haga una carrera porque es muy difícil, te lastimas y no tienes a nadie".

Tras su máscara, su madre la escucha y dibuja una leve sonrisa, ahora se entienden mejor. "Cuando la tuve era más complicado entrenar, llegar y hacer...

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