Diario Íntimo de Lulu Petite

Ramón, el dotadoLulu Petite

EL GRAFICOQuerido diario: Ramón llegó a mí con un problema. Lamentaba estar disperso, como ido. Tenía la computadora abierta sobre el tocador y revisaba un correo. Más específicamente, un correo de la empresa en el que trabaja. Lo tenía abierto y lo miraba como si no lo pudiera creer.

?¿Estás viendo lo que yo estoy viendo? ?preguntó con un tono casi de desesperanza.

Miré la pantalla. Era una nota informativa sobre balances y riesgos dirigida al Presidente de la empresa y a todos los directivos. En resumidas cuentas, una línea de productos estaba eliminando a los de la competencia y, de seguir así, sería el verdugo de muchas inversiones. No vi nada malo a la primera. Faltó un poco más de atención para darme cuenta que la palabra ?verdugo?, no decía exactamente eso. Donde iba la ?d? estaba la ?g? y donde iba la ?g? estaba la ?d?. ¿Se entiende ahora la preocupación de Ramón?

?Estaba entrando al motel cuando me llamaron para avisarme ?me contó Ramón?. Abrí la computadora en friega para verlo.

Tenía miedo de que lo corrieran. De ley se tendría que aguantar una regañiza de su jefe, pero no era mal de morirse. Peores errores se han visto en la vida, que se resuelven con un ?Yo vine a aprender? o ?¿Qué hubieran hecho ustedes??.

En fin, cerré la pantalla de su computadora y le dije que el tiempo escaseaba y que no era hora de preocuparse.

Me miró a los ojos y se puso de pie. Lo ayudé a desabotonarse el pantalón. Mientras él se los bajaba, yo, arrodillada frente a él, me recogí el cabello.

?Tú relájate ?le dije chaqueteándolo lenta y delicadamente.

Ramón tomó aire y cerró los ojos. Empezó a gemir bajito y a hacer sonidos de que le gustaba lo que le estaba haciendo. Más pronto que tarde, su pene pasó a un estado de cuero duro.

No había forma de equivocarse de ahora en adelante. Le coloqué el condón con la boca, bajándoselo con los labios hasta la base del pene. Él me tomó por la cabeza, con delicadeza, acariciando mi cabello. Yo sentía su pene pulsar entre mi paladar y mi lengua. Mi garganta le hacía el amor a su miembro. Le lamí el abdomen, le besé la parte interna de los muslos, le di besos en la ingle, en torno al ombligo. Él restregaba su material contra mi pecho, balanceando su cadera. Estaba más que listo.

Me sequé el mentón con el dorso de la mano y me acerqué a él. Me agarró por la cintura y empezó a besarme en el cuello. Ramón es delgado y tiene la nariz aguileña. Sentí el roce de su punta en mi piel y algo me...

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