Diario íntimo de Lulú Petite

Su pieza animalLulú Petite

EL GRÁFICOQuerido diario: Polo tiene una labia impresionante. Vende autos y, sin duda, sabe cómo convencer. Es muy alto y va siempre sonriente, como si trajera puras buenas noticias.

Lo conozco desde hace poco. Me habló una tarde tranquila y de inmediato noté en su voz un tono de encantador de serpientes. Cuando nos vimos fue al grano. Sabe lo que quiere y cómo conseguirlo, o trabajarlo, sería más justo decir.

Como dije, va al grano, pero su peculiar forma de ser hace parecer que le da vueltas a las cosas, de modo que algo en la conversación daba la impresión de charla amena y tendida.

?Estás guapísima?dijo, aflojándose la corbata. Estaba muy elegante. Su traje azul y su camisa blanquísima le daban un aire sofisticado.

Me contó de su día, de su trabajo, de sus clientes. Mientras me acariciaba las piernas, me contó de un almuerzo que tuvo. Mientras buscaba hacerse de mi cintura, me dijo cosas bonitas, elogió mi cuerpo, me lanzó piropos originales e inspirados, quizá ensayados en años de pelear en las trincheras del vendedor. Mientras me robaba un beso, no me dijo nada, su venta ya estaba hecha. Moría de ganas de que me cogiera.

Le ayudé a quitarse el saco y comencé a desabotonarle la camisa mientras él se despedía de sus zapatos quitándoselos con los pies. Sus manos rápidamente encontraron oficio: mi falda y mi blusa.

Nos besamos como dos planetas que colisionan. No había nada que agregar. Más pronto que tarde terminamos desnudos, acelerando nuestros movimientos mientras nos adentrábamos al campo de batalla. Sus dedos fríos recorrieron mi boca, mi cuello, mi pecho y fueron bajando hasta dar en el blanco. Cerré los ojos y me fui entregando, lenta pero seguramente, al placer que ejercía su tacto preciso en mí. Húmeda y sedienta, comencé a comérmelo a besos, lamiendo su oreja y dejándole en claro, bajito como en susurros, lo rico que hacía lo que hacía.

Sin más retrasos nos enfrascamos en un revoltijo de abrazos, rasguños, mordiscos, besos y roces riquísimos, haciendo que nuestros cuerpos desnudos se embistieran mutuamente. En una de ésas terminé encima de él y comencé a cabalgarlo deliberadamente, meneándome como batidora y gozándome su pieza enterita, empinada como un asta. Hablando de proporciones, el miembro de Polo es bastante respetable, pero lo que más me gusta es el ángulo que adquiere cuando se prensa y se pone tieso. Además del grosor de su tallo, su textura venosa y robusta.

A medida que nos desatábamos...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR