Diario íntimo de Lulú Petite

En cuatroLulú Petite

EL GRÁFICOQuerido diario: En ese preciso instante pensé que era una lástima no haberme acomodado en la cama viendo hacia la cabecera, sino de forma transversal. Ahora no tenía un punto de apoyo en el cual recargar toda la fuerza que estaba siendo impuesta en mí y, en cada empujón, sentía que podía salir volando por un lado de la cama. De todas maneras, tengo que admitir que tampoco lamentaba demasiado estar por completo a su merced.

Él estaba de pie detrás de mi cuerpo erizado, ahí había permanecido después de la intensa sesión de besos que compartimos al borde de la cama. Como consecuencia de esa húmeda jornada, todavía era capaz de sentir la tibia huella de sus dedos sobre mi espalda, aunque ahora los tenía bien hundidos en la carne de mis nalgas. Yo misma me había dado la vuelta justo después, cuando nos separamos a punta de risitas y besitos en los labios, de rodillas todo el tiempo sobre las sábanas. De perrito, poniendo mis rodillas al borde, de modo que mi vulva quedara expuesta a su penetración, justo a la altura donde quedaba si él se mantenía de pie.

Ahora él me estaba cogiendo desde atrás. Tenía en las caderas ese toque de desesperación que me enloquecía a mí también, y luego de unas cuantas embestidas bien dadas, mis extremidades no tardaron mucho en irse de vacaciones. Él percibió la debilidad en mis codos y atinó a sostenerme en alto por los hombros, haciendo la presión necesaria para no lastimarme, pero sí para mantenerme donde él quería.

?Dios... Por favor, Dios...?, gemí, cerrando los ojos, aunque mi boca permaneció tan abierta como el valle que dibujaban mis muslos sobre el colchón. Ni yo misma sabía por qué motivo en concreto rogaba, si...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR