Dorar la píldora

Regalo del Día de las madres

El coronavirus nos ha obligado cada vez que nos comunicamos ansiosos... a hablar, a sustituir miradas y tacto por palabras.Mónica Lavín

EL UNIVERSALHemos evitado a lo largo de la vida celebrar el 10 de mayo en algún restaurante, hemos huido de las multitudes, del cliché, pero a veces hacíamos comidas de familia. Aunque si los días de la madre caían entre semana, la ciudad se ponía imposible. Algo parecido a un 14 de febrero, a un 15 de septiembre, a los días de aguinaldo en diciembre. Recuerdo aquel en que mi madre y yo avanzábamos por Insurgentes hacia el sur para llegar a la comida donde la celebraríamos a ella y a mí en casa de mis padres. Seguramente habíamos trabajado en la tienda que ellos tenían en la Zona Rosa porque ese era día taquillero: una bolsa, una mascada, hasta una espléndida chamarra o pantalones de cuero para las madres de todas las edades. La hora de la comida se fue desvaneciendo en un recorrido lento, absurdo, en el que empezó a llover y nuestra desesperación por llegar a la mesa donde nos esperaban padres, hijos, hermanos creció. No eran tiempos de celulares y nada se podía avisar. Insurgentes era un tren detenido. El agua se acumuló en las calles y suavecito entró por alguna ranura en las puertas de mi bocho (el que luego me robaron en pleno día, con todo y bastón para impedir su movimiento. Aquel robo coincidía con el Día del padre, pues recuerdo que encendió mi coraje saber que con el coche se llevaron el libro sobre el tequila que le llevaba a mi papá.)

Comprenderán que desconfíe de esas celebraciones, aunque entre el agua que se filtraba lentamente y nos iba mojando las suelas de los zapatos dentro del coche, mi madre y yo optamos por abandonar la posibilidad de llegar a la comida donde éramos las festejadas y decidimos distraer el temor a la calle río, platicando, ya no recuerdo de qué, pero incluso nos reímos. Entre mi madre y yo teníamos esa consigna, no olvidar la risa. Yo le tenía prohibido enfermarse, se lo dije muchas veces, aunque al final no me hizo ningún caso y el último día olvidamos la risa.

Por eso en la víspera del 10 de mayo y de cara al no festejo obligado de este año, pienso en que ahora, por llevar la...

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