Dulces asaltos. El miedo es un arma poderosa

Andrés M. EstradaCIUDAD DE MÉXICO, octubre 8 (EL UNIVERSAL).- Abstraído en la pantalla del celular reviso mis mensajes de WhatsApp y redes sociales mientras el camión se desplaza por el Eje Central Lázaro Cárdenas de la Ciudad de México, aunque podría ser cualquier otra zona de la metrópoli. El movimiento de mis dedos pulgares es más importante que poner atención en el entorno, hasta que el grito de un hombre desconocido me perturba tanto como al resto de los pasajeros: ?¡A veeer mi gente, ya te la sabes...!?.

Alarmados, observamos al frente a dos sujetos que acababan de abordar el camión. Uno trae corte de cabello a rape, usa pantalón de mezclilla, tenis de marca y una playera blanca de tirantes que deja entrever sus tatuajes de la Santa Muerte. Antes de que intente guardar mi celular, el sujeto que lo acompaña, que viste de manera similar, se cuadra y nos lanza la advertencia: ?Nosotros no te venimos a robar, ni a quitarte tu bolsa, ni el celular. ¡Acabamos de salir del reclu y ya no queremos dedicarnos a eso! Sabemos que en el pedir está el dar y mejor te pedimos tu cooperación para que nos ayudes comprando estas paletas de a cinco varos...?.

Con la mirada amenazante comienzan a recorrer el pasillo y a repartir a la fuerza las golosinas. En tanto, desde la parte trasera miro al chofer que no se inmuta como algunos de sus usuarios que de inmediato sacan sus monedas, pues se trata de un asalto sicológico. Sin embargo, esto no es un delito, por el hecho de que se comete sin usar armas. Sin violencia.

Los pasajeros se convierten en víctimas coadyuvantes, es decir, entregan de manera voluntaria el dinero o en ocasiones sus pertenencias por el miedo de que les hagan daño. Para la sicóloga criminal y forense Gloria López Santiago, el recurso que utilizan estas personas es su imagen, la manipulación e intimidación.

Francisco Rivas, director general del Observatorio Nacional Ciudadano (ONC), coincide: ?Se llaman ?personas recuperadas? o que salieron del reclusorio, entre sus argumentos. Lo hacen de una manera que puede parecer casi amenazante. Es un fenómeno que no está registrado. Que no sabemos el tamaño, porque tampoco hay un delito detrás. Tú no puedes decir que es un robo, porque estás dando voluntariamente tus recursos y consientes esto, aunque te sientas obligado. Te diría eventualmente que es mucho más parecido a la extorsión que al robo?.

En el país no existe un registro de cuándo se comenzó a realizar esta actividad, pero en los últimos...

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