EME: Niño herido, adulto infeliz

Adriana Uribe

CIUDAD DE MÉXICO, agosto 23 (EL UNIVERSAL).- No hay etapa tan maravillosa, pero a su vez tan vulnerable como la infancia. Y es que un niño, en sus primeras etapas de vida, solo cuenta con un marco de referencia: sus padres.

Aquellos quienes cuidan, guían, cobijan, aprueban o reprueban nuestras acciones, son nuestros padres, y no hay forma de debatir, porque cuando se hace algo que es de su agrado, de inmediato hay una recompensa que genera, por lo regular un bienestar físico y emocional en el niño; por el contrario, cuando se hace algo que va en contra de los ideales de papá y mamá, hay una acción casi inmediata, que genera algún tipo de malestar físico o emocional en el menor, dando la indicación de que eso es incorrecto.

No es que exista malicia en los padres, simplemente actúan de acuerdo a como fue su educación.

Las primeras etapas de vida del menor, aunado al vínculo afectivo que tiene para con sus padres, marcará en gran parte el rumbo de su vida y hasta cierto punto, la visión que tiene sobre la misma.

Y es que, en ocasiones, de adultos podemos comprender los problemas o traumas que se tuvieron en la infancia y darle el soporte racional que dice: "no pasa nada", "ya sucedió" o "ya lo superé". Y hoy quiero decirte algo, los traumas podrán ser enterrados, pero jamás olvidados. En algún momento, esos traumas saldrán de las peores formas, ya sea con alteraciones físicas o emocionales, repercutiendo en nuestra salud o en nuestras relaciones interpersonales.

Los traumas llegaron a ocupar un espacio en el cerebro, y mientras éstos no sean trabajados, en nuestra edad adulta, las situaciones cotidianas o conflictivas, harán que éstas heridas emocionales surjan de manera consciente o inconsciente, como respuesta a las amenazas que están recibiendo.

Las heridas emocionales pueden ser nuestras compañeras toda la vida, y podemos escudarnos con frases como: "así soy yo", "siempre eh sido así" o "así estoy acostumbrado", para cubrir las carencias o excesos que dieron origen a comportamientos negativos en nuestra edad adulta. Y que, el no hacer consciente lo que estamos viviendo en la actualidad, nos condenará a seguir repitiendo una y otra vez el mismo patrón, la misma conducta, tener la misma actitud.

Hasta que seamos conscientes de nuestra realidad, comprendamos el porqué de nuestras respuestas y trabajemos en ellas, podremos liberarnos de esas cadenas que nos hacen prisioneros de nuestro pasado.

Hoy te presento las cinco heridas...

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