Huberto Batis, el provocador del periodismo cultural

CIUDAD DE MÉXICO, agosto 23 (EL UNIVERSAL).- Huberto Batis, el editor que abrió las puertas a decenas de escritores y periodistas a los suplementos culturales y desde esas mismas páginas puso al erotismo y la polémica en la atención de todo tipo de lectores; el maestro universitario que desde las aulas de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM enseñó a sus alumnos que hacer un suplemento es lo mismo que agarrarse a golpes con la mediocridad y las medias tintas, murió este miércoles 22 de agosto a los 83 de edad en su casa de Tlalpan, al sur de la Ciudad de México.

El ex colaborador del suplemento cultural Confabulario, de EL UNIVERSAL, falleció en la Ciudad de México; se le considera miembro de la llamada Generación de Medio Siglo.

Luego de pasar una semana en el hospital a causa de la fibrosis pulmonar que padecía desde hace años, este lunes regresó a su casa para morir dos días después, acompañado de su familia. "Acaba de fallecer Huberto hoy a las 7:30 pm", informó su esposa, Patricia González.

Sus restos serán velados la mañana de este jueves en la funeraria García López del Pedregal.

Altamirano bajo el brazo

Lo primero que hizo Agustín Huberto Bátiz Martínez al llegar a la Ciudad de México, a mediados de los años 50, fue cambiar en su apellido la "z" por una "s". Nunca dio explicaciones. Del poeta Francisco González Guerrero, entonces director de la Imprenta Universitaria de la UNAM, recibió los primeros conocimientos en la formación de planas; de Enrique Alatorre, el trabajo de actualidad en la revista del Banco de México; de María del Carmen Millán, un principio de apertura a las propuestas literarias y estéticas.

Antes de considerarse maestro de periodistas, escritores y editores, Huberto Batis se asumió como alumno: primero de sus maestros jesuitas en el Instituto de Ciencias en Guadalajara, de donde su padre lo sacó de las orejas por involucrarse en pleitos estudiantiles. De ahí, pasó al juniorado jesuita de San Cayetano, en el pueblo de Santiago Tianguistenco, nuevamente con los jesuitas, con la intención de hacer una carrera religiosa.

La aventura duró sólo unos años de encierro, en los que desarrolló una excelente redacción, ortografía y una distancia de la fe católica con la que se concilió sólo hasta sus últimos años.

Eran los años 50 cuando Huberto Batis llegó a la Ciudad de México, años de ruptura que antecederían a la rebelión de la siguiente década. De inmediato, Batis se integró a los círculos que desde distintas...

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