La huesuda pasó por Cultura
CIUDAD DE MÉXICO, noviembre 2 (EL UNIVERSAL).- La huesuda por la Cultura pasó y en su camino estas calaveritas dejó:.
* A Teresa Uriarte
A Tere Uriarte Doña Catrina un sustote le dio,
pero al final sólo a Gloria Contreras se ejecutó.
¡Ay, doña Gloria, en el taller que fundaste
que paquetetote cochino heredaste!?En la UNAM hay changarritos sólo si de Gloria son?,
dijo Uriarte sin denuncia clara, sólo se le ?chispoteó?.
Luego quiso la profesora llevársela de a muertito.
?No me engañas. Chupas faros?, la huesuda remató.?No te vayas, Teresita?, Nicolasito gritaba.
Hoy descansan muy juntitos, sus exabruptos ya pagan.
No hay penas ni novenarios. Nadie su presencia extraña.
Ya reposan, solitarios, en el panteón del olvido.
* A Teresa Franco
Cuando Teresa Franco supo que la Calaca acechaba,
se dijo ?mejor me ocupo? y después de una risa macabra
se puso a hacer la maletay a Rusia se lanzó en marcha
En aquel país tan lejano algún zar de la academia
la esperaba con regalos inspirados por la astenia.
Pero a la Flaca no escapa nadie porque hasta allá camina.
Cuando menos lo esperaba que se quiebra a media estepa
la ex reyna roja del INAH.
El negro ese es mi color pero hoy me vestí de blanco
para disfrutar del honor de llevarme a doña Tere Franco.
* A Rafael Tovar
Un día a Rafael Tovar la Catrina le informó:
?Qué padre traes la melena, me queda pa? peluquín,
se me hace que ya merito te meto en mi maletín?.
Por supuesto que el secretario la libró por un pelito,
de la greña ya lo jalaban, ese era su mayor delito
y entre tanta rebatinga todo el cabello perdió.
Vivito quedó Tovar para seguir retozando
pero pa? desgracia suya la muerte siguió jeringando.
?Te devuelvo la melena?, le dijo la calavera.
pero dame otra cosa a cambio esto así que no se queda.
Entonces sin reglamento ni presupuesto el secretario siguió
peinándose su melena y reinando en Chimalistac.
?Yo ya tengo mi greñita de nuevo donde debe estar,
ahí que sufran en el Fonca por lo que no han de cobrar.
* A Teodoro González de León
Por la ciudad don Teodoro andaba y sus obras veía,
del Tamayo al Manacar a todas las presumía.
Mas la muerte lo buscaba desde hacía ya 90 años,
quería que le diseñara casa con sus dos baños.
Con papeles y un lápiz la huesuda le pidió
un humilde condominio cuyos rasgos exigió:
?con la grandeza del Muac y el elegante Tamayo,
no repares en el tiempo ni tampoco en el tamaño?.
El arquitecto empezó y le mostró el resultado.
Y la guadaña cayó cuando la huesuda vio
que el...
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