Lágrimas y ovaciones despiden a Del Paso en Bellas Artes

CIUDAD DE MÉXICO, noviembre 17 (EL UNIVERSAL).- Socorro Gordillo trae lentes oscuros, no se nota pero está llorando. Seca sus lágrimas con el pañuelo que le han acercado, toma con fuerza la mano de su hija Adriana y sigue escuchando a su otra hija, Paulina, cómo cuenta que su padre, Fernando del Paso, vivió 50 años más después de haber superado un cáncer mortal y que esas cinco décadas estuvieron llenas de amor, de creación y generosidad.

Socorro apunta su cabeza hacia el piso y parece como si cerrara sus ojos para seguir escuchando cómo Paulina ahora lee un fragmento de Palinuro de México": "Lo que nunca jamás pudimos medir fue nuestro amor, porque era infinito". Socorro, quizá, piensa en que a lo largo de 60 años de matrimonio con el escritor mexicano nunca midieron el amor y que sigue siendo infinito pese a que hace tres días él murió.

En el Palacio de Bellas Artes están los amigos de Del Paso y de su familia, Adolfo Castañón, Vicente Quirarte, Gonzalo Celorio, José Carreño, José Sarukhán, Homero Aridjis y Enrique Florescano. Todos montan guardia de honor mientras el Cuarteto Ramos toca algunas de las obras favoritas del escritor que nació en la Ciudad de México y residió en Guadalajara.

La lista de temas la armó Alejandro Del Paso, pensó en todas las que le gustaban a su papá, La Traviata, Carmen; piezas de Mozart, Massenet, Händel. La música resuena en unas cuerdas dolorosas que interpretan, paradójicamente, sonidos festivos.

Alejandro lleva un...

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