Mario, 4 años de aprendizaje tras el rastro de su hermano

(Material transmitido por el Servicio Sindicado el pasado 17 de enero)CHILPANCINGO, Gro., enero 26 (EL UNIVERSAL).- Mario Vergara Hernández se convirtió en un experto en encontrar muertos. Desde hace cuatro años, con una varilla, cuerda, pala, un pico y una lámpara de mano sale a buscar fosas clandestinas a cualquier parte de México.

Busca a su hermano Tomás, secuestrado el 5 de julio de 2012 en Huitzuco. Un día, Tomás salió a trabajar su taxi y no regresó. La familia comenzó a recibir llamadas en las que les pedían dinero por la vida de él. Denunciaron ante las autoridades el plagio y decidieron no pagar el rescate. Comenzaron las amenazas. La vida le cambió a toda la familia.

"Mi mamá decía 've a buscar a tu hermano a los cerros, dicen que ahí los entierran', pero yo no sabía nada y además tenía miedo", recuerda.

Sin embargo, Mario salió a buscarlo en fosas clandestinas después de una tragedia: la desaparición de los 43 estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa. En esos días, Iguala y toda la región estaba llena de policías y militares, así como de organizaciones sociales; eso les dio valor.

"Los padres de los 43 [normalistas] son mis héroes, ellos nos dieron la muestra de cómo buscar y cómo terminar con el miedo", dice Mario.

Desde entonces no ha parado de buscar fosas. A su negocio ?que es un billar?, llega la gente, toma un trago, juega unos minutos y luego de forma discreta deja papelitos con la ubicación de posibles fosas clandestinas. Con frecuencia se acercan a Mario hombres o mujeres a contarle que en un cerro o un paraje escucharon cómo excavaban o los gritos de dolor, o cómo cuando caminaban por el campo pisaron un hueso. También ha recibido información de quienes cavaron las fosas.

Han pasado cuatro años y Mario no ha encontrado a Tomás, pero tiene más esperanzas que nunca de hallarlo. Han sido años de aprendizajes. Está más preparado. Y si eso no ocurre, alguien más lo hará.

Por ejemplo, Saturnino, su sobrino, el hijo de su hermana Mayra.

Saturnino tiene siete años y ya comenzó a aprender a buscar fosas clandestinas; la otra esperanza de Mario está en Julietita, su hija. Ella ya es una desplazada por la violencia. Por las amenazas que ha recibido su padre, la pequeña no puede vivir en Huitzuco, pero cada vez que puede lo visita, se pone...

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