A la mitad del foro

Circo, maroma y teatroLeón García Soler

EL UNIVERSALPor delante, el miedo. Más allá del sembrado por los asesinatos masivos en el corazón de la Europa, que pareció haber cerrado el ciclo de las guerras con la unidad de la Alemania artificial y trágicamente divida por el muro de Berlín. No hay muros de contención a la intolerancia y el miedo a la otredad. Después de las Torres Gemelas derribadas en Nueva York, George W. Bush declaró la guerra al ?terrorismo?. Al concepto mismo, a la entelequia, a la idea y acción de sembrar el miedo, el terror. A la nada.

Hoy vencen quienes han impuesto el terror a las potencias mismas, al enemigo interno en el combate centenario del Islam por la herencia legítima del profeta Mahoma. Y a ?los demonios? del poder económico y militar contemporáneo. Si Bush declaró la guerra al terrorismo, éste se ha impuesto mucho más allá del dominio sobre un territorio y haberse constituido en Estado: domina en las poblaciones del llamado mundo occidental, desde las indefinibles democracias, hasta las inconfundibles tiranías. Ganó el miedo. Y en Cleveland, Ohio, encarnó en el ya candidato del Partido Republicano a la Presidencia de Estados Unidos de América. ?Yo soy su voz?, proclamó Donald J. Trump.

Y el inconfundible hedor del fascismo se impuso al vocerío patriotero, racista, xenófobo que surgía de la convención del que alguna vez fuera el partido de Lincoln. Cárcel para Hillary Clinton, un gran muro en la frontera con México y prohibido el ingreso de los musulmanes a la tierra de los libres. De países en los que se haya amparado al extremismo, suavizaron los escribanos del discurso de Cleveland. Pero mister Trump es inflexible; Trump es Trump, dicen sus admiradores y repiten los sicofantes capaces de llamarlo ?el billonario obrero?, (?the blue collar billionaire?). Va a expulsar a los ?hispanos?, a doce o trece millones de mexicanos; va a imponer su voluntad a China y va a alinear a sus aliados de la OTAN que no pagan sus cuotas?

Difícil definir la democracia. Sobre todo la de la primera república moderna, cuya Constitución escrita es ya la más antigua del mundo en esta hora de la mayor desigualdad económica y social, de anarquía rampante al borde del abismo; del combate al terrorismo y la violencia criminal por medio de guerras declaradas sin haber obtenido la aprobación del Congreso. Y sin embargo, queda el voto de los ciudadanos de una nación que es multirracial, multicultural, plural en todo y para todo; que comparte...

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