Mochilazo en el tiempo

?Si algo me pasara montando, moriría feliz?

EL UNIVERSAL

Las adicciones provocaron que César Mora se alejara de la pista de carreras durante 13 años. Tiempo en el que dejó de montar a aquellos animales que cuando los ve correr le parecen ?perros grandotes?; y periodo por el cual obtuvo el récord Guinness, al convertirse en el jinete con más tiempo sin correr entre carreras ganadas. Sin embargo, este jockey también tiene el título por haber logrado más victorias en una sola tarde, siete, en 1990. La fecha exacta él mismo no la recuerda.

Cuando regresó a la pista del Hipódromo de las Américas, en 2013, con 50 años de edad y 32 de jockey, se convirtió en uno de los más veteranos del llamado Óvalo de Sotelo. No obstante, los títulos no lo son todo a la hora de ser escogido para correr los fines de semana. ?Uno tiene que estar viniendo para que los entrenadores lo vean constante, para poder conseguir montas?.

Por eso para César el día de las carreras se prolonga toda la semana. ?Un jinete siempre tiene que estar en condición física, tiene que cuidar mucho su peso?. Y es que el ideal para montar oscila entre los 50 y 55 kilos para que el caballo pueda correr con facilidad. Si al momento de la carrera, el jinete excede esta medida, puede meterse al vapor para alcanzarla.

Cuando su nombre aparece en el programa, Mora llega al Hipódromo a las seis de la mañana. Por lo menos hasta las diez galopa uno o dos caballos para ir entrenando. Después, si es necesario, entra al vapor, ve un poco de televisión, se relaja y se alista para correr.

- El Óvalo de Sotelo

La equitación se consolidó en el Porfiriato como una de las diversiones preferidas del mexicano. Esto gracias al afán de la aristocracia de emular en usos y costumbres a su homóloga francesa. Durante este tiempo se crearon en la Ciudad de México diversos lugares para disfrutar del deporte equino. Los Hipódromos de Peralvillo y la Condesa fueron los más emblemáticos. La Revolución, por su parte, no pudo menos que acentuar esta afición. Después de todo, el caballo había sido el compañero inseparable de tropas y generales.

Sin embargo para mediados de los años veinte, con los hipódromos preferidos convertidos en zonas residenciales, como fue el caso de la Condesa y Peralvillo, la capital cayó en una especie de ?orfandad? hípica. Esta situación fue resuelta por el presidente Manuel Ávila Camacho, en las primeras semanas de su gobierno.

El llamado ?Presidente caballero?, verdadero amante del polo y las carreras...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR