Mochilazo en el tiempo

El asesino serial que Echeverría perdonóEL UNIVERSALGregorio Cárdenas Hernández era un joven de 26 años, nacido en Veracruz, cuando se convirtió en uno de los asesinos seriales más conocidos en México, luego de matar, al menos, a cuatro mujeres, todas menores de edad y estranguladas con cintas o cuerdas. A una de ellas, incluso, la cortejaba constantemente, su nombre: Graciela Arias, una estudiante de bachillerato.

La otras mujeres eran prostitutas que recogía en la calle y las llevaba a su casa, después de golpearlas y estrangularlas, las enterraba en el jardín de su vivienda que estaba en la calle de Mar del Norte número 20, en la colonia Tacuba.

El ?Goyo? Cárdenas, como se le conocía, había obtenido una beca de Petróleos Mexicanos (Pemex) para estudiar Ciencias Químicas, pero sus asesinatos fueron descubiertos. Algunas versiones afirman que fue delatado por sus vecinas, quienes vieron zapatos de mujer entre la tierra removida del jardín de este hombre. Otra versión señala que el padre de Graciela Arias, una de las víctimas, era un abogado de renombre de los años 40 y pagó para encontrar a su hijas; los investigadores llegaron a la conclusión de que había sido Gregorio Cárdenas quien la vio por última vez.

Descubierto y confeso por los asesinatos, ingresó a la cárcel de Lecumberri el 13 de septiembre de 1942, directo al pabellón de enfermos mentales. Esta prisión creada en 1900 por el presidente don Porfirio Díaz fue un lugar tétrico, un infierno carcelario para quienes habitaron en sus pasillos y crujías. Decenas de personas fueron reclusos en esa cárcel preventiva de la Ciudad de México. Entre los nombres más populares se encuentra el pintor David Alfaro Siqueiros, José Revueltas, preso político por el movimiento del 68, Heberto Castillo, el escritor José Agustín, el cantautor Juan Gabriel y, claro, ?Goyo? Cárdenas, quien destacaba por su inteligencia y crueldad, entre otros.

Por ley, la sentencia máxima en Lecumberri llegaba a los 20 años de prisión; pero para ?Goyo? la condena fue de más de 30. Al ser considerado por las autoridades como un homicida serial y de manera unánime se decidió que cumpliera una condena mayor.

Reconoció los cuerpos y expresó arrepentimiento

En una entrevista publicada en el EL UNIVERSAL GRÁFICO del 9 de septiembre de 1942 y ante las preguntas que le hiciera el reportero de esta casa editorial, Julio Barrios, ?Goyo? confesó desear la muerte en aquellos momentos.

La entrevista se dio el día en que fue llevado a reconocer los cuerpos de sus víctimas, siempre mostró horror por lo que había hecho y dijo recordarlas. En la plática él mismo señaló que su odio hacia las mujeres y su instinto asesino se originó después de que se divorció de su primera esposa, Gabina Lara, González, quien le había sido infiel.

Estudios psiquiátricos señalaron que desde pequeño se ensañaba torturando pollos y conejos, y que la relación con su madre fue enfermiza; ella siempre trató de dominarlo.

En la charla con el reportero Julio Barrios, ?Goyo? describió que estando frente a las mujeres de repente le ?hervía la sangre? y que salía de él una bestia, hasta describió con sus manos cómo las estrangulaba. También afirmó angustiado que estaba profundamente arrepentido por todo lo que había hecho. Hasta escribió algunas líneas mostrando su arrepentimiento. La gente ya le llamaba el ?Estrangulador de Tacuba?.

?¿Qué castigo cree merecer por sus crímenes? ?le preguntó el reportero.

?La muerte, sólo la muerte merezco. Sin embargo, yo querría que me juzgaran, 10, 20 gentes. Profesionistas, obreros, de todos. Que me oyeran, que supieran mi caso. Si me condenaban a muerte yo...

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