Mochilazo en el tiempo

Cuando vendían el agua de las fuentesEL UNIVERSALEl aguador fue un personaje indispensable en la vida cotidiana de la Ciudad de México desde el virreinato hasta fines del siglo XIX, pues cumplía con la misión de llevar agua a las casas que no contaban con un abastecimiento del líquido a través de tuberías.

El líquido llegaba a la ciudad a través de los acueductos que desembocaban en la caída de agua de las fuentes públicas como las de Salto del Agua, la de Tlaxpana o la de la Villa de Guadalupe, algunas de ellas aún las podemos observar, desde ahí la cargaban a los hogares de los alrededores que no contaban con agua corriente.

El aguador era uno de los personajes en los que más confianza tenía la ciudadanía, o por lo menos así se relata en el libro Los mexicanos pintados por sí mismos, obra del siglo XIX, editado por M. Murguía: ?El aguador es comedido, entregado al trabajo, casi siempre buen padre y no tan peor esposo, pasa la mitad de su vida con el chochocol (que era un cántaro grande y redondo de barro cocido y vidriado que llevaba en la espalda), emblema de las penalidades de la vida, y la otra mitad semi-beodo (borracho), pero sin zozobra y sin accidentes?.

Con el chochocol a sus espaldas, el aguador era el heredero de los antiguos cargadores indígenas, mejor conocidos como ?tamemes?, quienes cargaban y repartían mercancías a lo largo de la ciudad. Era común encontrarlos alrededor de las fuentes con su pesado cargamento líquido y su cantarito delante.

También eran llamados ?cuerudos? por su vestimenta, como la describe el historiador Antonio García Cubas en su Libro de mis recuerdos: ?Camisa y calzón de manta, calzoneras de gamuza o pana, mandil de cuero que pende de (una) valona o cuello de las misma materia?, además cargaba con un chochocol, donde transportaba el agua con la que comerciaba, éste lo llevaban a sus espaldas sostenido con una cinta de cuero de la frente.

Hasta fines del siglo XIX, el aguador era personaje fundamental en la vida cotidiana, pues llevaba el agua a las casas cercanas a los acueductos cuando aún no había tuberías. Aquí una ilustración de EL UNIVERSAL ILUSTRADO del 4 de octubre de 1928. En el pecho llevaban un distintivo (escudo de metal) que los acreditaba ante el gobierno local para realizar su labor.

Portaba un cucharón de madera con mango largo que, menciona García Cubas, ?servía para alcanzar el agua de la fuente, cuando estaba bajo (el nivel del agua), y llenar el cántaro?; además con otra correa de...

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