Mochilazo en el tiempo

El arte de "timar" en los años 20Dafne N. García López

EL UNIVERSALEn 1925 los timadores engañaban con éxito creciente a un gran número de personas que tenían la desgracia de conocerlos. Sus timos, elaborados con un plan previo y una habilidad manual, tenían el éxito suficiente para que más de un ingenuo se dejara llevar por la ambición o por el ego y que difícilmente podían denunciar ante las autoridades.

El concepto de timo, según la Real Academia Española, es el de quitar o hurtar algo a base de engaño, ya sea con promesas o esperanzas. Además de perjudicar a la persona contra la que se realiza y que puede llegar a una denuncia legal contra quien lo comete.

El caso del timo de la moneda, también llamado de la "guitarrita", requería mucha habilidad por parte del estafador. Con unas barras de estaño o plomo, un dado de metal Babbitt (o metal cojinete) con un vaciado de doble fondo ?donde se escondía una moneda genuina que fungía como molde, una cazoleta de barro para fundir, una moneda auténtica de 10 pesos ?de 1925? un frasco de ácido nítrico y otro de barniz dorado; se hacía creer al incauto que podían recrearse los llamados "hidalgos".

Para asegurar que no era una trampa, se hacía una prueba del proceso de elaboración y, cuando el timador mostraba "como resultado" una ligeramente caliente moneda patinada con estaño que había salido del dado metálico, se le invitaba a la víctima a gastarlo para comprobar su autenticidad.

Ya con el éxito asegurado, el timador le vendía los materiales básicos (el estaño, el dado y los frascos) por una suma de 2,000 pesos de la época. Sin embargo, lo único que podía elaborar eran imitaciones de estaño y no podía denunciar la estafa a la policía porque al prestarse a la compra de estos elementos, había violado el Código Penal y podía terminar en prisión. Todo por la ambición de poder crear dinero.

Para el timo del testamento sólo se necesitaba un billete auténtico de 5 dólares doblado en forma de acordeón en cuyos dobleces se metían bloques de papel periódico con las mismas medidas del papel moneda para terminar formando un par de paquetes (simulando una cantidad millonaria).

El timador disfrazado de provinciano se acercaba a la víctima y, diciendo que venía de algún estado de la República por parte de un cura para entregar la herencia a una persona; preguntaba por una dirección para efectuar su deber. Al obtener la respuesta, alegaba que el destino estaba muy lejos y debía tomar el tren o arriesgarse a...

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