Mochilazo en el tiempo

(Material transmitido por el Servicio Sindicado el pasado 1 de febrero)Hay "de chile, de dulce y de manteca"Nayeli Reyes

EL UNIVERSALAna Laura arranca al vapor de la olla un tamal y lo echa a bucear en el aceite que estaba en silencioso peligro. El intruso provoca una erupción tamalera y un hombre mueve apresurado su champurrado en muda exclamación por el estallido de una burbuja de grasa. "Regáñelos, don, son bien obedientes, de verdad", dice Blanca sobre los tamales, mientras despacha un atole en las faldas del cerro del Chiquihuite, en el norte de la Ciudad de México.

Hace casi 500 años, Bernardino de Sahagún describió a los tamales como "panes redondos hechos de maíz, ni bien rollizos ni bien redondos". El nombre viene del vocablo náhuatl tamalli (forma envuelta); el investigador Arturo Gómez dice que también se puede relacionar con el término tlamalli, vinculado con el simbolismo de la mano, maitl: "algo que se hace o se produce con la mano, literalmente lo que deriva del trabajo".

Esta preparación es distinta por región, no es exclusiva de México, envuelve parte del continente, ni siquiera es uniforme en la metrópoli.

Hay un auténtico terror que ronda las cocinas: que los tamales no se cuezan o queden "pintos" (de cocción dispareja). La sabiduría de las abuelitas incluía algunos dichos, uno de los más populares indica que si una persona está enojada al prepararlos estos no se van a cocer jamás.

En este caso, al triste cocinero no le queda otro remedio que bailar alrededor del bote "para que se conviertan2. Según el especialista Alejandro César Rendón, se cuenta que el mal humor se transmite a la masa y el producto se agria o se aceda, "a los tamales les gusta la música. Salen más tiernos y sabrosos si la tamalera chifla, tararea o canta, si hay un aparato de radio prendido".

Este temor ha trascendido casi cinco siglos, Sahagún se enteró que los antiguos pobladores de Tlatelolco, Texcoco y Tenochtitlán hablaban del tamal mal cocido, que se pegaba a la olla: "Decían que el que comía aquel tamal pegado, si era hombre, nunca bien tiraría en la guerra las flechas...si era mujer, que nunca bien pariría, que se le pegaría el niño adentro".

Leticia Ramón, chef de la Universidad del Claustro de Sor Juana, explica que nada de estos dichos tiene fundamento, cuando un tamal no se cuece es porque...

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