Mochilazo en el tiempo

(Material transmitido por el Servicio Sindicado el pasado 15 de febrero)Antes calculaban la duración de un sismo con rezosYessica Torres

EL UNIVERSALDurante el siglo XVII, los sismos no se consideraban fenómenos naturales, se percibían como "castigos de Dios" por todos los pecados del hombre cometidos en la Tierra. Las campanas alertaban a la población y después del movimiento era frecuente decir que había durado un padrenuestro, un avemaría o lo que tardaba en rezarse el credo.

Para entender el contexto es necesario ausentarse del presente e imaginar a la Ciudad de México en los tiempos de la Nueva España, en el siglo XVII. Los hábitos, las costumbres, los paisajes y la vida diaria eran muy distintos de como hoy los conocemos. La rutina de la vida cotidiana se regía a partir de actividades civiles y religiosas. En el libro Historia Documental de México 1, Ernesto de la Torre menciona que la cotidianidad giraba en torno a manifestaciones religiosas porque servían de estímulo, distracción y ocio a los novohispanos.

De acuerdo con De la Torre, se hacían novenarios, sermones, tomas de hábito, júbilos, reuniones musicales y poéticas en los conventos, procesiones con esculturas de bulto (de cabello, dientes y uñas reales) para causar temor en las personas. Predominaban las corridas de toros y las peleas de gallos. Las acciones se medían a través del sonido de las campanas que funcionaban a manera de reloj. Se tenían establecidas campanadas para el desayuno, merienda y cena. Al igual que en nuestros días, era recurrente que la vida se trastornara por fenómenos naturales como inundaciones, sequías, sismos y epidemias.

La construcción de la Ciudad se hizo sobre un lago, lo cual provocó fuertes inundaciones que empeoraban con las lluvias. Además, la tranquilidad y estabilidad emocional de las personas se veía afectada cuando se presentaba un sismo. Cuando la tierra se movía, inmediatamente se pensaba que había sido un castigo de Dios. En el libro "Los sismos en la historia de México", basado en crónicas del siglo XVII, sin autor en muchos casos, se registraron cerca de 90 sismos considerados de gran magnitud.

Después de la Ciudad de México, los lugares con mayor índice de temblores fueron los estados de Oaxaca, Chiapas, Guerrero y Puebla. Algunos sismos iban acompañados de erupciones volcánicas. En entrevista el doctor en Historia por el Colegio de México, Gerardo González Reyes, comenta que al ocurrir el fenómeno natural, la respuesta inmediata de...

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