Y ¡Por mi Monsi, bohemios!

Héctor de MauleónCIUDAD DE MÉXICO, junio 19 (EL UNIVERSAL).- En la última frase de la entrevista que le hice aquel día, hubo un dejo de fatiga, tal vez de entrega a la derrota. Dos o tres semanas más tarde salió rumbo al hospital. Su muerte fue anunciada el 19 de junio de 2010.

Carlos Monsiváis se había sentado cinco veces frente a las cámaras del programa que conduzco en ADN40. En esas horas de grabación sobre temas muy diversos (libros, películas, premios, salones de baile, transformaciones urbanas), Monsiváis dejó los fragmentos de un relato sobre su vida y su trayectoria literaria: una memoria sobre la ciudad cuyos misterios y calidades secretas él pudo develar como nadie.

Pasaron 10 años. Al recortar los fragmentos de esas conversaciones en que Monsiváis habla de sí mismo, y unirlos en un nuevo rompecabezas, apareció la entrevista que no fue posible hacerle las veces que acudió al estudio o me recibió en su casa. Esta suerte de conversación oculta, hecha a cuentagotas, y a veces a borbotones, transcurrió entre octubre de 2006 y marzo o abril de 2010.

--Carlos, ¿es verdad que fue en casa del cronista Artemio de Valle-Arizpe en donde descubriste los libros y quisiste convertirte en escritor?

--Don Artemio de Valle-Arizpe era una figura excéntrica, hoy casi desconocida, que vivía en una casa llena de antigüedades y mandaba encuadernar sus libros a Holanda. Yo iba a ver a mi tía, que era su ama de llaves, los domingos, y don Artemio, que me dirigió la mirada una sola vez, y no de manera consistente, me dijo que tomara libros de unas cajas que tenía, y entonces eso me permitió leer, con escaso provecho, debo reconocer, a Emilia Pardo Bazán, a Pío Baroja. En ese momento decidí ser lector, porque a la edad que yo tenía es lo único que puedes hacer y entender, digamos que forma parte de las limitaciones del Universo. Pero lo primero que leí, sabiendo que estaba leyéndolo, fue "La Ilíada" y me deslumbró. También lo primero que leí fue "La Biblia", por la cuestión religiosa de mi madre, y lo primero que memoricé fue: "En el principio era el Verbo y el Verbo era dios". Creo que mi interés de lector viene de "La Biblia" y fue una de las cosas más aterradoras porque entonces yo memorizaba, me detenía en el versículo cuatro mil, y decía: "ya, ni uno más, puedo perder la razón". Ya estaba en secundaria y para mí eso fue una experiencia. Frecuentaba mucho las librerías de viejo, la pasión de mi vida, y entonces ver cómo un señor mandaba a encuadernar sus libros a Holanda me parecía muy notable.

--En una plática que tuvimos te referiste a tu infancia como "libresca". Hablemos de eso.

--Fue una infancia muy exótica, porque en sexto de primaria se me ocurrió decirle a los compañeros que por qué no formábamos la biblioteca de la escuela y tuve la primera noción de lo que era la carcajada a mi costa. Lo que me gustaba mucho era la experiencia de la convivencia religiosa: no me invitaban con frecuencia a las casas de mis amigos, porque había esa diferencia semántica de Dios: nosotros éramos protestantes. Pero me acuerdo que una vez me invitó a su casa un compañero y una señora me preguntó: "Bueno, ¿y ustedes los protestantes no tienen envidia de nosotros los católicos que celebramos la Navidad?". Esa pregunta me gustó, porque si algo hacen los protestantes es celebrar la Navidad todo el año. Le dije: "No, señora, lo que pasa es que como los católicos tienen el monopolio de la celebración de la Navidad en diciembre, nosotros la celebramos en marzo o en abril, entonces también cambiamos de rituales, a veces llega el niño al pesebre, a veces no llega". Entonces la señora estaba fascinada oyendo lo que eran las costumbres exóticas de otra religión. Otra vez mis compañeros de tercero de secundaria me preguntaron: "¿Y tú no te sientes mal de saber que no serás nada en la vida porque eres protestante?" Eso sí me dolió, porque nunca había pensado en ser algo en la vida, y la idea de que tuviera que ser algo me horrorizó.

--¿Cuál consideras tú que fue tu momento inaugural, el momento en que en términos literarios verdaderamente nació Carlos Monsiváis?

--Cuando estás inmerso en la lectura, en la pasión por el cine, en la pasión por cómo seguir a una sociedad por sí misma, no te puedes marcar fechas. Pero creo que, en todo caso, la visita a Alfonso Reyes en la Capilla Alfonsina. Me consiguieron una entrevista Sergio Pitol y Luis Prieto, que lo veían con cierta frecuencia. Y en una ocasión Cuauhtémoc Cárdenas, que conocía muy bien a don Alfonso por la relación de don Alfonso con el general Cárdenas, nos invitó a ir a tomar un café. Entonces Reyes, que evidentemente no estaba tan complacido de perder su tiempo, empezó a hablar de la cultura griega, y Sergio intervino con una serie de preguntas bastante atinadas, y don Alfonso se animó y yo no salía del pasmo. Nos regaló un libro, llegué a mi casa...

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