Mujeres de juguete pero empoderadas

CIUDAD DE MÉXICO, junio 23 (EL UNIVERSAL).- "Es una muñeca Barbie, Ken hay un millón de ellas". Lotso, el oso maloso y oloroso de Toy Story 3 pone el dedo de peluche en la llaga del tema que nos ocupa al así amonestar y recibir como respuesta un: "Para mí no las hay", en un ejemplo de las relaciones intergenéricas.

Considerando que ante nosotros y en la pantalla tenemos caras de papa, extraterrestres, dinosaurios, alcancías de cerdo, y ahora hasta tenedores de ojos saltones, puede que sea necesario aclarar que con intergenérico no nos referimos aquí a "híbridos resultantes de cruces entre diferentes especies biológicas". O, en estos filmes, entre distintos tipos de juguetes.

De lo que hablamos es de relaciones entre personajes femeninos y masculinos en las películas de Toy Story, asunto de gran relevancia cuando se habla de la influencia que en casi un cuarto de siglo han tenido en quienes crecieron con ellas, ya que estudios en las áreas de psicología y sociología han confirmado que las películas y el resto de los medios visuales de entretenimiento afectan las actitudes, comportamiento y creencias.

La aniquilación simbólica. Tratándose de niños, bien sabemos que lo usual no es que, si disfrutan de una película como Toy Story, no sólo la vean repetidas veces, sino que hasta terminen memorizando y actuando escenas enteras.

Esto incluye conductas intergenéricas que, sin importar que se trate de juguetes antropomórficos, pueden estar asociadas a estereotipos y promover que estos se perpetúen. Peor...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR