Museo Memoria y Tolerancia sensibiliza sobre diversidad sexual

(Material transmitido por el Servicio Sindicado el pasado 29 de enero)María Luisa López y Alejandra RiquelmeCIUDAD DE MÉXICO, febrero 3 (EL UNIVERSAL).- Carlos López cursaba el cuarto año de primaria cuando descubrió que no compartía intereses con sus compañeros de clase. Eso le llevó ser un alumno solitario, incluso en los recreos o para trabajar en equipo. Entonces su profesora detectó "ciertas conductas" que no consideró "apropiadas para un niño", por lo que pidió a su madre que lo enviara a un sicólogo, pues pensaba que tenía posibles tendencias homosexuales. Eran los años 80, una época en la que resultaba "muy fuerte" hablar sobre el tema.

"Mi mamá hizo caso de las recomendaciones y ahí me preguntaron si me sentía atraído por otros niños. Respondí que sí, me pasaba desde el kínder y no pensé que fuera algo negativo. Pero ese sicólogo me dijo que eso podía afectar mi desarrollo personal y profesional cuando fuera adulto, me causó cierta incomodidad e insatisfacción, al mismo tiempo me llevó a preguntarme si lo que yo sentía era correcto", relata Carlos, hoy sociólogo y activista del movimiento LGBT+.

El periodo de terapia resultó para Carlos una experiencia terrible que lo marcó de tal manera, que ante el deseo de dejar de sentirse atormentado por el terapeuta terminó por cambiar el discurso y decirle que le gustaban las niñas y que ya se sentía bien. Para dejar de sufrir, mintió. "Entonces me dejó en paz".

Una experiencia más traumática para Carlos vino a los 13 años, cuando cursaba la secundaria. Atraído por uno de sus compañeros, escribió una carta que no pensaba entregarle, donde hablaba de cómo se sentía. Otro compañero lo descubrió y, sin su consentimiento, se la llevó al niño que le atraía. A Carlos terminaron llamándolo al área de orientación vocacional, donde ya habían estado cada uno de sus compañeros de grupo, a quienes las autoridades escolares preguntaron cómo era Carlos y si habían tenido problemas con él. Cuando llegó su turno, la directora del colegio le dijo: "Sólo tenemos dos opciones, o dejas de lado esta situación o nos vamos a ver obligados a correrte de la escuela, porque esto no sólo te afecta a ti, sino a todos tus compañeros, a los maestros, a la educación, a tu madre? y eso es muy grave". Carlos recuerda: "Enfrentar aquello fue tremendo para mí". De aquellas experiencias de rechazo para Carlos han pasado dos décadas. La sombra de aquel país sigue visible: ¿Que hoy día si un niño quiere vestirse de rosa y jugar...

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