Los niños migrantes son “non gratos”

(10 del Tercer Presupuesto; MATERIAL EXCLUSIVO PARA MEDIOS IMPRESOS. QUEDA PROHIBIDA SU PUBLICACIÓN EN INTERNET)

Eileen Truax

CALIFORNIA, EU., agosto 10 (EL UNIVERSAL).- Una fila de banderas con barras y estrellas, inmóviles bajo los 38 grados centígrados de julio, dan la bienvenida al centro de Murrieta, donde la tarde transcurre lenta.

En los rincones de algunas calles el tiempo también parece detenido: la tienda de antigüedades, la oficina de correos, las pequeñas bodegas y los talleres de reparación recuerdan a un pueblo del viejo oeste. Un auto se detiene en una esquina. El conductor, un hombre de largos bigotes, lentes oscuros y sombrero, me lanza una mirada parsimoniosa antes de seguir su camino.

Murrieta es la típica pequeña ciudad all-american. Ubicada en la semidesértica región de Inland Empire, en el sur de California, el área de Murrieta y su vecina, la conurbada Temecula, son parte de un valle donde el paisaje reseco de la última franja del desierto de Sonora se convierte en una mancha verdosa salpicada por algunos grandes centros comerciales en tonos marrones y ocre. Dos grandes autopistas, la 15 y la 215, flanquean sus avenidas nombradas en honor de los padres patrios: Washington, Jefferson, Adams, Hoover, Monroe. Hay 106 mil habitantes, siete de cada 10 son de raza blanca y, en el desglose étnico, uno de cada cuatro es latino. El eslogan oficial de la ciudad es “el futuro del sur de California”.

De Murrieta no se escuchaba mucho en la televisión o en las noticias, pero eso cambió la mañana del 1 de julio pasado, cuando una turba se instaló a las orillas del camino por el que pasarían tres camiones de la Oficina de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) con niños migrantes indocumentados detenidos en la frontera. Los menores, algunos acompañados por adultos, fueron trasladados desde el otro lado del país para ser procesados en las instalaciones de la Patrulla Fronteriza en California, debido a que en Texas los espacios resultaron insuficientes para los más de 57 mil niños que han llegado este año.

Ola de rumores

Agitando banderas y coreando consignas contra la inmigración ilegal, sosteniendo letreros que acusaban a los niños de traer enfermedades contagiosas y, por momentos, en francos arrebatos de ira, varias decenas de residentes del área bloquearon el camino y obligaron a los agentes de inmigración a volver sobre sus pasos.We dont want you, go home!, gritaba una mujer fuera de sí, frente al rostro de ojos muy abiertos de...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR