No quieren volver al silencio

Perla Miranda

CIUDAD DE MÉXICO, marzo 3 (EL UNIVERSAL).- Natalia, Danilo y Emiliano comparten más que el gusto por los videojuegos, la natación o las matemáticas: los tres tienen un aparato que parece un audífono pegado a su cráneo. Es un implante coclear que les fue donado por el Seguro Popular para revertir su sordera. A seis y cinco años de las intervenciones, sus equipos se han hecho obsoletos y sus papás temen que al descomponerse no puedan pagar una actualización que les costaría cerca de 300 mil pesos.

Datos de la fundación Escuchar es lo Máximo indican que en México cada año nacen entre 4 mil y 6 mil niños con hipoacusia, pero a muy pocos se les hacen implantes auditivos porque hay retraso en los diagnósticos y porque el costo es muy elevado.

Hoy se conmemora el Día Internacional del Implante Coclear y los padres de Naty, Danilo y Emi agradecen que en el país se hagan esfuerzos como el Programa del Niño Sano, del que fue beneficiaria Natalia hace seis años, o la campaña Un Sonido que Despierta a la Vida, que benefició a los otros dos niños, pero consideran que hace falta más.

"Hace falta rehabilitación, los 40 minutos que brindan los institutos de salud son insuficientes. Hace falta una verdadera inclusión en la sociedad y lo que nos preocupa más es que ya no nos están dando garantía de los aparatos de nuestros hijos y si se descomponen la actualización del sistema nos costará casi 300 mil pesos, que evidentemente no tenemos", afirmó Luz María Rodríguez, mamá de Natalia.

Reunidas en el Monumento a la Revolución, Luz María, Nancy Reyes y Noemí Estrada, madres de los tres niños, contaron que una vez que se coloca el implante coclear el sector salud ofrece terapias por seis años y en cuanto al aparato cualquier compostura debe ser costeada por ellos.

"El programa que ayudó a Natalia la dio de alta cuando cumplió seis años en rehabilitación, pero nosotros seguimos pagando terapia privada porque la necesita. Del aparato, todo lo tenemos que ver con el proveedor. Cada año pagamos una extensión de garantía que nos cuesta 20 mil pesos y ahorita nos dijeron que ya no hay refacciones, que debemos buscar un equipo más moderno", relata Luz.

Noemi acaricia a Emiliano y le pregunta cuánto es 30 más 15; "son 45", responde el niño. La madre de familia lamenta que haya personas que lucren con la discapacidad, "no falta quien se venda como terapeuta cuando no lo es y lo peor es que las terapias en el INR o en el INER son buenas, pero duran muy poco y...

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