Palabras de Javier Sicilia frente al Poder Legislativo

MÉXICO, D.F., julio 28 (EL UNIVERSAL).- Texto íntegro del discurso que ofreció el representante del Movimiento Nacional por la Paz, Javier Sicilia, en su reunión con miembros de la Primera Comisión de la Permanente en el Alcázar del Castillo de Chapultepec.Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad Señores y Señoras Legisladoras, compañeros y compañeras del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, compañeros y compañeras de la sociedad civil.Antes de comenzar este diálogo, queremos empezar, como lo hemos hecho en todos los diálogos, con unos versos, esta vez de María Rivera: "Allá vienen los descabezados,/ los mancos,/ los descuartizados,/ a los que les partieron el coxis,/ a los que les aplastaron la cabeza,/ los pequeñitos llorando [...] Allá vienen/ los que duermen en edificios/ de tumbas clandestinas:/ vienen con los ojos vendados/ atadas las manos/ baleados entre las sienes/ [...] Allí vienen/ los muertos tan solitos, tan mudos, tan nuestros,/ engarzados bajo el cielo del Anáhuac, [a reclamarnos]". En nombre de ellos, de nuestros muertos, de nuestros dolores y de la noche por la que atraviesa México, pido a todos los presentes nos pongamos de pie y guardemos un minuto de silencio.Henos de nuevo aquí, en el Castillo de Chapultepec, después de caminar miles de kilómetros y abrazarnos para romper la soledad y el dolor que los criminales y un Estado omiso, coptado y corrupto nos han impuesto contra la verdad de nuestros corazones que es la paz y la amistad. Hemos llegado de nuevo aquí, dejando familias, trabajos, y llevando cargas más pesadas de las que podemos llevar, para, al igual que lo hemos hecho con el Poder Ejecutivo, dialogar y recordarles lo que a pesar de los inmensos salarios que cobran y que son fruto del trabajo de los hombres y mujeres de bien de esta nación, es su deber. No nos gusta que sea así. Pero desde hace mucho, los Congresos de esta nación, en nombre de sus intereses partidocráticos y mezquinos; en nombre de sus privilegios y de sus negocios - el Estado, se los recordamos, no es, como lo concibió la cultura que nos dejó el antiguo régimen y que ustedes continúan cultivando como una enseñanza delincuencial, un botín político ni un lugar para contratistas, es lo que la nación ha ido construyendo con la sangre y el dolor de sus mejores hombres y mujeres y un lugar para los estadistas--, en síntesis, en nombre de una equivocada idea del gobierno, se han alejado de nosotros: no escuchan los ritmos y latidos del corazón de la patria y pretenden junto con los criminales y los otros poderes fácticos, secuestrar las aspiraciones democráticas y la esperanza de bienestar de la Nación. Ustedes lo hacen por omisión, ignorancia o complicidad; ellos porque ustedes no se lo han impedido. Sus recintos, el recién inaugurado del senado y la cámara de diputados, son la expresión arquitectónica de su aislamiento. Bunker de un poder que prefiere darle la espalda a los ciudadanos y contemplarse en el espejo de sus ambiciones traducidas en parálisis legislativa y en manipulación política que convierte los procesos electorales en un gran negocio para unos cuantos y en juego cruel de ilusiones para los ciudadanos.Pese a eso, hemos llegado de nuevo a este Castillo -donde residió el imperio de quienes, como hoy, se equivocaron creyendo que con las armas extranjeras se resolverían los problemas de México; pero también de los jóvenes defensores de la patria y donde se firmaron, como un símbolo de la esperanza que hoy nos trae aquí, los Tratados de Paz de El Salvador-con la mejor voluntad. Pero también con profundas dudas de que en realidad nos escuchen y no se comprometan con México. Lo decimos así, no sólo por lo ya referido, sino porque hemos sido también testigos de actos inauditos cometidos por diputados -actos que en otros países habrían tenido desenlaces diferentes con apego a la verdad y la justicia-y porque a lo largo del tiempo no han hecho más que usar la palabra de manera humillante, es decir, demagógica -la más reciente es la manera en que han traicionado la exigencia ciudadana de la Reforma Política-- y, con ello, porque la palabra es sagrada, crear una profunda desconfianza entre los ciudadanos. Una frase del poeta Ezra Pound debería ser tema de meditación no sólo de ustedes, sino de cada ser humano de esta nación: "Cuando un hombre traiciona su palabra, o su palabra no vale nada o ese hombre no vale nada". Ambas cosas, queridos legisladores, porque la palabra es el hombre mismo.Sin embargo, como decimos, venimos con buena voluntad. Estamos convencidos de que más allá de los personajes, intereses y partidos que representan, más allá de los justos reproches que le hacemos y de las fundadas dudas de que quienes nos dicen que estos diálogos no servirá de nada, estamos convencidos de que ustedes, al igual que se lo dijimos al Presidente de la República, pueden oír -en este ejercicio plenamente democrático-- el latido humano de su corazón.Por eso repetimos delante de ustedes, lo...

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