Perros e internos: asistencia mutua

(Material transmitido por el Servicio Sindicado el pasado 11 de enero)CIUDAD DE MÉXICO, enero 17 (EL UNIVERSAL).- Aldo no puede describir la felicidad que sintió cuando vio a un perro después de no convivir con uno en cinco años. El encuentro con el cachorro fue una de las maneras con las que este joven entró en contacto con la realidad, pues ha estado encerrado por un lustro en el Centro de Internamiento para Adolescentes Quinta del Bosque, en el Estado de México.

"Después de tanto tiempo sin ver a un perro, la verdad me gusta, llego y los apapacho. Es una conexión bonita, a lo mejor no es un ser que pueda decir: Te quiero?, pero con sólo verte y que te lama es suficiente", dice Aldo, uno de los beneficiarios del programa Dejando Huella, organizado por Reinserta.

Al menos una vez a la semana la organización ingresa al centro cinco perros para que puedan jugar con la población de Quinta del Bosque. El objetivo es que los adolescentes ayuden a educar a los animales para que sean puestos en adopción. Reunidos en una cancha deportiva del centro de internamiento, alrededor de 25 jóvenes ríen y dan órdenes a los animales.

"¡Sentado!", le dicen a un cachorro al mismo tiempo que hacen un movimiento de mano para reforzar el mensaje. En aproximadamente una hora y media los internos enseñan a los cachorros cuándo se pueden levantar, acostarse, quedarse quietos, no jalar la correa, no separarse de su dueño, hacer del baño en un lugar específico y no destruir cosas.

Los integrantes de Reinserta explican que estos ejercicios ayudan a los menores de edad en sus prácticas de socialización, con el objetivo de que les sea más fácil entablar relaciones, además de que se busca generar en ellos sentimientos positivos. De igual forma, el programa Dejando Huella ayuda a los perros, pues se trata de animales que fueron recuperados o que no tienen hogar, por lo que al ser educados se abre la posibilidad de que alguna familia los adopte. Reinserta busca principalmente que estos cachorros sean acompañantes de niños con autismo, de manera que el programa no sólo impacte en la vida de un recluso, sino en la del animal y en la de una persona con afecciones.

"Me siento muy bien, feliz de estar con los perritos, me late un buen estar con ellos, jugar con ellos.

Ahora sí que me gusta estar con ellos para acariciarlos, enseñarles cosas nuevas y estar aprendiendo junto con los perros", señala Fernando, otro joven interno en el centro.

La Quinta del Bosque es un área...

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