“El Pozolero”, legado de muerte

(Material de EL UNIVERSAL+)MÉXICO, D.F., abril 8 (EL UNIVERSAL).- Ese 23 de enero, a Santiago Meza López no le importó que lo vieran llorar; tampoco que decenas de reporteros, militares y curiosos quisieran tomarle fotos, o preguntarle cómo hacía "el pozole", o saber cuánto le pagaba el cártel de Sinaloa. A él sólo le importaba que Dios lo perdonara.

Santiago, uno de los narcotraficantes más buscados por el FBI, apenas podía abrir los ojos: la golpiza que le propiciaron al momento de su detención le dejó la cara hinchada. Llorar le dolía, pero la dosis de coca que cargaba, hacía soportable el dolor.

Al mediodía de ese viernes, en las instalaciones del cuartel militar de Tijuana, Baja California, el detenido -vestido con pantalón de mezclilla y un camiseta manga larga gris- suplicaba continuamente: "Perdónenme, por favor...".

Meza López pedía indulgencia a los familiares de las más de 300 personas que había disuelto en sosa cáustica durante nueve años, bajo las órdenes, primero, del cártel de la familia Arellano Félix, y después aliado a “El Chapo” Guzmán.

“El Pozolero” lo llamaron dentro de la organización criminal, porque se encargaba de fragmentar en pedazos los cuerpos de la guerra que se libraba en Tijuana por el control del trasiego de droga hacia Estados Unidos.

Algunos dicen que Santiago quizá lloraba aquel día porque no se sentía culpable: creía que la vida lo puso ahí y era el trabajo que le había tocado. Decía que él no era asesino, ni secuestrador. No se asumía como un narcotraficante.

Los militares recuerdan que durante su detención, en la ciudad de Ensenada, hasta su traslado a Tijuana, Santiago Meza rezaba en voz alta. Pedía perdón a Dios. "Perdón, perdón", escuchaban dentro del Humvee militar donde lo transportaban.

Poco se supo de “El Pozolero” durante más de cuatro años, hasta que a finales de diciembre de 2012 la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO) decidió revivir el caso y envió a Tijuana un grupo de especialistas a localizar los restos que disolvió. Entonces, su declaración salió a la luz.

Lo detuvieron en la cocina

Dentro de la Procuraduría General de la República (PGR) recuerdan que la agente del Ministerio Público esperaba ansiosa. Llegaba a sus instalaciones un sicario que -le anticiparon- había deshecho más de 300 cuerpos en ácido.

Entró Santiago Meza,El Pozolero, y no era lo que se imaginaban: apareció un hombre bajito, con el bigote bien recortado. Temblaba, se movía...

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