A este pueblo, no se llega por gusto

(Material transmitido por el Servicio Sindicado el pasado 19 de abril)TOLCAYUCA, Hgo., abril 27 (EL UNIVERSAL).- Dicen que si las paredes de un edificio hablaran, cuántas historias contarían. ¿Qué narrarían las de un psiquiátrico? El de Villa Ocaranza quizá reseñaría que las enfermedades mentales no distinguen edad, condición ni posición social. Aquí conviven un interno con un penthouse en Polanco, un sobreviviente del albergue de Mamá Rosa y una química con doctorado en España.

Este psiquiátrico tiene un antes y un después, uno que cuenta la historia negra entre 1968 y el año 2000 en lo que se conoció como el manicomio Doctor Fernando Ocaranza; el después, del 2000 a la fecha con las Villas Ocaranza, bajo el llamado modelo Hidalgo.

El director de la institución, Octavio Ibarra León, explica que en el nuevo modelo prevalece el respeto a los derechos y el trato humano al paciente.

Así, Villa Ocaranza es un pequeño pueblo con 10 viviendas rodeadas de jardines, con bancas y un kiosco.

El movimiento comienza a las 7:00 de la mañana. Poco a poco las puertas de las villas --con nombre de flores, como magnolias, azucenas o jazmín-- empiezan a abrirse; a las 8:30 los pacientes se concentran para realizar ejercicio. Enfermeras, médicos y personal de limpieza, ya están en sus puestos. A los adultos mayores se les ayuda a bañarse, vestirse y peinarse.

El desayuno se sirve a las 9:30 de la mañana. Tras los alimentos, los pacientes salen de sus casas; algunos acuden a consulta, otros intentan ayudar con los quehaceres y la cocina.

De 11:00 de la mañana a 1:00 de la tarde acuden al área de taller ocupacional, un lugar donde se les enseñan manualidades con materiales como unicel y bolsas de papel con adornos. Durante el día también se les transmite alguna película, ven televisión o escuchan el radio.

Muy pocos tienen visita, la mayoría están en situación de abandono, pero los días que algún familiar llega al hospital son especiales para los pacientes, quienes se arreglan lo mejor que pueden. La vida por lo general transcurre tranquila, algunos se sientan en las bancas a ver pasar el día, otros recorren el camino del siquiátrico en busca de clientes para sus manualidades, dinero que utilizarán después para comprar golosinas en una pequeña tienda que hay en el interior.

La comida es la hora más importante del día, ya que el apetito es una característica del paciente siquiátrico. Pero las luces se apagan temprano, a las 19:30 ya deben estar en sus villas...

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