Reconstruir Haití

Misael Zavala, enviadoBON PAS, Haití, octubre 18 (EL UNIVERSAL).- Pasaron dos semanas desde que el huracán ?Matthew? devastó el sur de la isla. Las autoridades de Haití contabilizan 540 muertos, 128 desaparecidos y 175 mil desplazados. Pero es tiempo de volver a comenzar y levantar desde cero poblados enteros de las costas sur, suroeste y de las montañas.

Familias enteras ponen buena cara a la temporada de lluvias. Apenas se asoman los primeros rayos de sol ?a las 05:00 horas? se escucha el martilleo incesante de la gente que reconstruye sus casas, utilizando la madera de árboles que fueron arrancados de raíz por vientos incesantes del ciclón que colisionó con la isla el 3 de octubre pasado.

Ante la poca ayuda que ha llegado a la zona, los niños colaboran incansablemente para arreglar caminos que quedaron totalmente destruidos y hacen inaccesible la entrada a sus comunidades. Con sus manos, escarban la tierra para darle forma a las vías destrozadas por ?Matthew?.

En algunos puntos, donde los puentes quedaron inservibles, los pequeños ayudan a los automotores a cruzar los ríos a cambio de comida o monedas.

?I'm the boss, I'm the boss? (soy el jefe, soy el jefe) grita uno de los menores en un inglés que casi no se entiende. Entre risas, dice que él es el patrón porque ha guiado a cientos de autos para cruzar el feroz río de Port a Piment con el peligro de ser arrastrados por la corriente. Los niños son la luz en una costera que se ha quedado gris.

Ellos también ayudan para que a sus comunidades puedan llegar los servicios humanitarios. ?Blan, blan? (blanco, blanco), dice otro de los menores mientras levanta las manos y corre por el río frente a una camioneta de Médicos del Mundo, guiando al conductor para que circule en la parte menos profunda y evite que sea llevado por la corriente o quede atascado entre rocas y hoyos.

Pero el riesgo de contagios de enfermedades mortales, como el cólera, es latente. Desde las montaña, los casos de esa enfermedad han aumentado, el río arrastra la infección hasta la costera donde los niños se bañan y cruzan descalzos sus corrientes.

Mejora el tiempo

Los habitantes de los poblados que recorren la costa del Mar Caribe son testigos desafortunados de la inminente fuerza de la naturaleza, pero la gente se ha hecho de roble puro. Los sobrevivientes a esta catástrofe apocalíptica no lloran, sus rasgos son inflexibles a pesar de quedar en el desamparo.

En cambio, salen adelante, han tomado las pocas herramientas que...

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