Recuperan penal en donde mandó 'El Diablo Veytia'

Dennis García, Enviado

TEPIC, Nay., febrero 23 (EL UNIVERSAL).- Se abren las puertas del infierno y se entra al territorio oscuro de Tepic, donde todavía se siente la presencia de "El Diablo Veytia".

En la época del "Fiscal de Hierro", era imposible ingresar al Centro de Readaptación Social Venustiano Carranza, el peor calificado en todo el país (4.37) por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).

Veytia lo utilizaba como zona de castigo y para ocultar a sus sicarios, quienes salían y entraban sin ningún problema. Incluso, algunos aseguran que al interior del Cereso se hallaba un laboratorio para la elaboración de drogas.

Si alguien se negaba a firmar documentos para ceder derechos de tierras o inmuebles, declaraciones para inculpar a otros o simplemente eran del grupo contrario, la orden era directa: ablandarlo.

La instrucción venía desde arriba, del fiscal Édgar Veytia, y se tenía que cumplir. Los custodios sabían que cuando lo ordenaba, el castigo para los internos era mandarlos a la parte norte de la prisión, en el dormitorio 7-1. Algunos lo llamaban "el calabozo", porque está en el sótano. Ahí los mantenían por días conviviendo con la población que padece problemas mentales.

Detrás del viejo portón corredizo se esconde un mundo. Aquí se aplica la vieja frase: "Lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas", todos saben lo que sucedía, pero nadie quiere dar detalles. Es una ley de supervivencia.

Caminan con libertad desde que amanece hasta la puesta del sol, cuando ingresan a sus celdas. Visten como quieren.

De las nueve de la mañana a las cinco de la tarde es un pueblo, conviven hombres y mujeres en el patio central. Hay restaurantes operados por internos que, cuando hubo autogobierno, pagaron por la concesión

No faltan los puestos ambulantes, la peluquería y la biblioteca. Parece un tianguis sobre ruedas.

Una tradición arraigada

No hay espacio para uno más, su capacidad máxima es de 960, pero actualmente la población es de 2 mil 100 internos; de ellos, 12 son extranjeros y están por tráfico de drogas.

Viven hacinados: En las 214 celdas que fueron hechas para ocho presos cada una, ahora entran 16. Duermen como pueden. Había quien antes se amarraba a los barrotes para poder descansar, la técnica la cambiaron y mejor buscan un lugar en el piso dónde tender las cobijas entre los pasillos de los dormitorios.

Al interior hay un pacto entre los líderes para evitar riñas y que no sean trasladados a un penal federal. Hay de todo...

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