Los reflectores son para Brady

ATLANTA, EU., enero 29 (EL UNIVERSAL).- Alguna vez nos ha tocado acudir a fiestas o reuniones en las que no conocemos a casi nadie y socializar cuesta más que comprar el nuevo iPhone. Pues bien, así es como se notó a la mayoría de los Rams de Los Ángeles en el día inaugural de la semana más grande de la NFL.

En la noche de apertura del Super Bowl LIII, que bien podría ser considerada como una fiesta de Año Nuevo en la que todos ríen, se abrazan y hasta Bill Belichick es cordial, los Rams fueron el clásico que se recarga en el fondo con cara de susto, esperando camuflajearse con la pintura blanca de la pared, mientras los Patriots volvieron a demostrar que están donde quieren estar: al centro de la pista.

Rob Gronkowski, quien tiene una habilidad especial para bailar, encarnó el sentimiento de Nueva Inglaterra al demostrar que no tienen miedo al escenario.

La reputación de ser un equipo metodológico la mantuvieron los jugadores de Nueva Inglaterra, pues con la experiencia ganada en los viajes pasados se divirtieron el día que tenían que divertirse para trabajar cuando hay que hacerlo.

Debido a los escasos aficionados con los que contó, la presentación del equipo de Los Ángeles fue más fría que los siete grados bajo cero que se pronostican para este martes en Atlanta. Encabezados por Jared Goff, los Rams salieron en fila como cuando un grupo de presos sale para hacer trabajo comunitario.

El entrenador de los Rams, Sean McVay, habló sobre cómo Belichick le envió mensajes de texto durante toda la temporada para...

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